LA VERDAD DEL EVANGELIO

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA

por Charles G. Finney

 

 Capítulo 4

Fundamento de la Obligación Moral

En la discusión a esta pregunta, primero estableceré qué se intenta por fundamento o la base de la obligación.

Utilizaré los términos base o fundamento como sinónimos. La obligación debe definirse con base en una razón suficiente. Recuérdese que la obligación moral tiene que ver con la acción moral y que ésta es una acción voluntaria. Propiamente hablando, la obligación tiene que ver sólo con las intenciones. Estrictamente hablando, la obligación tiene que ver sólo con la intención soberana. La intención o elección soberanas, cuyos términos uso como sinónimos, consiste en elegir un objeto por su propia causa, es decir, por lo intrínseco en el objeto, y por ninguna razón aquello que no sea intrínseco en ese objeto. Cada objeto de elección soberana debe poseer, y posee, en su naturaleza la percepción de lo que necesita afirmación racional, que debe ser universalmente escogido por los agentes morales por su propia causa, o lo que es lo mismo, es lo que es porque es intrínsecamente valioso y no por sus relaciones.

La base de la obligación es entonces esa razón o consideración intrínseca o perteneciente a la naturaleza del objeto que necesita afirmación racional, que debe ser elegido por su propia causa. Es aquella razón intrínseca en el objeto que crea una obligación por necesitar afirmación. Por ejemplo, tal es la naturaleza del bien de ser que necesita afirmación de que la benevolencia es un deber universal.

A continuación tocaré algunos puntos de acuerdo general y algunos principios esencialmente evidentes.

1. En el sentido más estricto y apropiado, la obligación moral se extiende solamente a las acciones morales.

2. Estrictamente hablando, los estados involuntarios de la mente no son acciones morales.

3. Las intenciones solas son propiamente acciones morales.

4. En el sentido más estricto y apropiado, las intenciones soberanas solas son acciones morales, la intención soberana es la elección de un objeto por su propia causa, o por lo que está intrínseco en el objeto.

5. Mientras en el sentido más estricto la obligación se refiere sólo a la intención soberana, pero en un sentido menos estricto y propio, la obligación se extiende a la elección de las condiciones y los medios para asegurar un fin intrínsecamente valioso, y también ejecuta actos aplicados al diseño para asegurar tal fin. Por ende, hay diferentes formas de obligación, por ejemplo, obligación para aplicar la elección soberana, elegir las obligaciones y los medios necesarios conocidos para aplicar voliciones ejecutivas.

6. Estas diferentes formas de obligación deben tener diferentes condiciones. Por ejemplo, la agencia moral, incluyendo la posesión de los poderes requeridos, junto con el desarrollo de las ideas de lo intrínsecamente valioso de la obligación, de lo correcto o incorrecto, es una condición de obligación en su forma universal, a saber, obligación para querer el bien del ser en general por su propia causa mientras que la obligación de querer la existencia de las condiciones y medios para el fin, o aplicar esfuerzos ejecutivos para asegurar el fin, no sólo tiene las condiciones arriba mencionadas, sino la obligación en estas formas, debe ser un condicional sobre el conocimiento de que hay condiciones y medios, y de lo que son y también que los esfuerzos ejecutivos son necesarios, posibles y útiles.

7. El bienestar de Dios y del universo de experiencias sensibles, especialmente de agentes morales es intrínsecamente importante o valioso, y todos los agentes morales están bajo la obligación de elegirlo por su propio bien. La consagración entera, universal, e ininterrumpida o la benevolencia desinteresada para este fin es el deber de todos los seres morales.

8. Esta consagración se demanda en la ley de Dios como se revela en los dos grandes preceptos puestos por Cristo, y cuando es perfecta esta benevolencia está de hecho en conformidad con todo el espíritu de la ley. Esto es correcto en sí mismo y consecuentemente es siempre un deber y siempre es correcto que todo en todas las circunstancias posibles, y por supuesto, ninguna obligación inconsistente con esto puede existir en ningún caso. La razón y la revelación concuerdan en que la ley de benevolencia es la ley de lo correcto, la ley de la naturaleza, y ninguna la ley moral inconsistente con esto puede existir.

9. La santidad o la obediencia a la ley moral es una condición natural de la existencia de aquella bendición que es un bien soberano e intrínseco para los agentes morales y que debe ser elegida por esa razón. Es decir, es una razón suficiente. Por supuesto, la base de la obligación de escoger la santidad, y de buscar promocionarla en otros como condición del bien supremo del universo, es la naturaleza intrínseca de aquel bien o bienestar, y la relación de la santidad para este fin es una condición de la obligación de escogerla como medio para ese fin.

10. La verdad y la conformidad de corazón y vida para todas verdades conocidas y prácticas son las condiciones y medios del bien supremo de ser. Claro, la obligación para conformarse a tales verdades es universal debido a esa relación de verdad y de conformidad a la verdad para el bien supremo. El valor intrínseco del bien debe ser la base, y la relación sólo una condición de la obligación.

11. El fin soberano de Dios en todo lo que hace u omite es el bienestar supremo de él mismo y del universo, y es la promoción de este fin todos sus actos y dispensaciones y su objeto soberano. Todos los agentes morales deben tener el mismo fin y esto comprende todo su deber. Esta intención o consagración a este valioso fin infinita e intrínsecamente es virtud o santidad en Dios y en todos los agentes morales. Dios es infinita e igualmente santo en todas las cosas porque hace todas las cosas por la misma razón soberana para promover el bien supremo de ser.

12. Todos los atributos morales de Dios son sólo muchos atributos de amor o de benevolencia desinteresada, es decir, sólo son benevolencia existente y contemplada en relaciones diferentes. La creación y el gobierno moral, que incluye la ley y el evangelio, junto con la imposición de sanciones penales, son sólo esfuerzos de benevolencia para asegurar el bien supremo.

13. Dios requiere en su ley y evangelio que todos los seres elijan el mismo fin y que hagan lo que hagan para su promoción, es decir, esto debe ser una razón soberana para todo lo que hagan. Consecuentemente, toda obligación se resuelve a sí misma en una obligación para elegir el bien supremo de Dios y de ser en general por su propio bien y elegir todas las condiciones y medios conocidos de este fin por el bien del fin.

14. El valor intrínseco de este fin es la base de esta obligación en lo que respecta a Dios y a los seres morales en todos los mundos. El valor intrínseco de este fin considera apto o correcto que Dios deba requerir a todos los agentes morales elegirlo por su propio bien, y por supuesto, su valor intrínseco, y que ninguna soberanía arbitraria fuera o sea su razón de requerir a todos los agentes morales elegirlo por su propia causa.

15. Se sabe que el valor intrínseco conocido impondría en sí mismo la obligación en los agentes morales para elegirlo por su propia causa, incluso si Dios lo requiriese o prohibiese, si tal suposición fuese posible. Así, la benevolencia desinteresada es un deber universal e invariable. Esta benevolencia consiste en querer el bien supremo de ser en general por su propia causa o, en otras palabras, en consagrarse enteramente a este fin de vida. El valor intrínseco de este bien impone de su propia naturaleza la obligación sobre todos los agentes morales para quererlo por su propia causa y consagra todo el ser sin intermisión para su promoción.

De este modo, es evidente que el carácter moral pertenece a la intención soberana, y que el carácter del hombre, es como el fin por el que vive y se mueve y tiene su ser. La virtud consiste en la consagración al fin correcto, el fin al cual Dios está consagrado. Este fin es y debe ser la base de la obligación por virtud de su propia naturaleza. Este fin es el bien de ser, y por consiguiente, es un deber universal la benevolencia desinteresada o la buena disposición.

Llego a la conclusión de las conductas prácticas que considero como verdadera teoría del fundamento de la obligación moral a saber que la naturaleza y valor intrínsecos de bienestar supremo de Dios y del universo es el único fundamento de la obligación moral.

Que si es verdad, todo el tema de la obligación moral es perfectamente sencillo e inteligible, tan ciertamente simple que "el caminante, aunque necio, no puede errar en ese aspecto."

Sobre esa teoría, cada agente moral sabe en cada aspecto lo que correcto y nunca puede errar en su deber real.

Su deber es querer este fin con todas las condiciones y medios del mismo. Realmente cumple su deber al tener la intención de este fin y al hacer lo que considera él con toda la luz que pueda obtener para estar en el grado más elevado, calculado para asegurar este fin. No peca si en este caso comete error en cuanto al mejor medio para asegurar el fin incluso con una intención benevolente. Ha hecho lo correcto porque ha tenido la intención como debe haber sido y ha actuado externamente como pensó que era el camino del deber bajo la mejor luz que pudo obtener. Así entonces fue su deber. No erró en su deber porque fue su deber con la intención que tenía y bajo la circunstancia para actuar como actuó. ¿Cómo mejor debió haber actuado?

Si un agente moral puede saber qué fin persigue o vive, puede saber, y sólo puede saber en todo tiempo, si está bien o mal. Todo esto con base en esta teoría un agente moral puede estar seguro de que si vive por el fin correcto, y esto si es honesto o deshonesto, él sólo puede más que saberlo. Si preguntara qué es lo correcto y qué deber cuando sea no necesita esperar una contestación. Es correcto para él querer el bien supremo de ser como fin. Si honestamente lo hace, no puede errar su deber porque al hacerlo realmente cumple el deber completo. Con esta intención honesta, es imposible de que él no use los medios para promover este fin según la mejor luz que tenga y esto es correcto. Un simple vistazo al bien supremo de Dios y del universo es toda la moralidad estrictamente considerada, y con en esta teoría la ley moral, el gobierno moral y, la obligación moral, la virtud, el vicio y todo el tema de moral y religión son la perfección de la simplicidad. Si la teoría fuera verdad, ninguna mente honesta fallaría en tomar el camino del deber. Intentar el bien supremo de ser es correcto y es deber. Ninguna mente es honesta si no está en pos de este fin constantemente. Mas en la búsqueda honesta de este fin no puede haber pecado, no puede errar el camino de deber. Es y debe ser el camino de deber para actuar en conformidad con sus convicciones honestas. Esto es deber y es correcto. Así, con base en esta teoría nadie que es verdaderamente honesto en buscar el bien supremo de ser ha equivocado o podrá equivocar su deber en cualquier sentido como para cometer pecado.

He hablado con gran simplicidad, y quizá con algo de severidad de los diversos sistemas de error, y no puedo considerarlos los temas más importantes y fundamentales, ciertamente no viene cualquier deseo de amar a aquellos que los sostienen, pero viene de una preocupación largamente mantenida y creciente en mí por el honor de la verdad y por el bien de ser. Si alguien de ustedes se toma la molestia de ahondar en el tema en amplitud y longitud, y lee los diversos sistemas, y se toma la molestia de buscar sus resultados prácticos, como de hecho se desarrollaron en las opiniones y prácticas de los hombres, ciertamente no sabría cómo dar razón de la neblina teológica y filosófica que tanto desconcierta al mundo. ¿De qué otra manera puede ser mientras tal confusión de opinión prevalece en la pregunta fundamental de la moral y la religión?

¿Cómo es que hay tanta profesión y muy poca benevolencia práctica real en el mundo? Multitudes quienes profesan el cristianismo parecen no tener el concepto de que la benevolencia constituye la verdadera religión, que no hay nada más que la constituya, y que el egoísmo es pecado, y que es totalmente incompatible con la religión. Viven en indulgencias para sí mismos y sueñan con el cielo. Esto no podría ser si la verdadera idea de la religión, como si consistiera en simpatía con la benevolencia de Dios, fuera plenamente desarrollada en sus mentes.

No necesito permanecer en las posiciones prácticas con otras teorías que he examinado. Lo que he dicho puede ser suficiente como una ilustración de la importancia de estar bien establecido en la verdad fundamental. Afecta ver qué conceptos las multitudes se entretienen en cuanto al espíritu real y significado de la ley y del evangelio de Dios, y consecuentemente, la naturaleza de la santidad.

Para terminar, comentaría que cualquier sistema de filosofía moral no define correctamente una acción moral, y la verdadera base de la obligación debe ser fundamentalmente defectuosa. Si fuera consistente, debería ser altamente perniciosa y peligrosa. Mas dejemos que sea definida clara y correctamente la acción moral, y dejemos que esté la verdadera base de la obligación clara y correctamente establecida, y dejemos que estos dos conceptos estén totalmente a la vista, y tal sistema sería de valor incalculable. Sería a través de una convicción inteligible y de fuerza en cada lector inteligente. Mas no estoy consciente de que tal sistema exista. Hasta donde sé todos son defectuosos ya sea en su definición de una acción moral, y no se centran en la intención soberana, y lo dejan ahí como si fuera el asiento del carácter moral, y que desde el cual se deriva el carácter de todas nuestras acciones, o pronto lo olvidan, y tratan los actos ejecutivos sólo como buenos o malos sin referencia a la intención soberana. Creo que han fallado en definir claramente el fundamento verdadero de la obligación y consecuentemente su definición de virtud es defectuosa.

 

retorno a INDEX