LA VERDAD DEL EVANGELIO

CONFERENCIAS SOBRE AVIVAMIENTOS DE RELIGIÓN

por el Rdo. CHARLES G. FINNEY

 

CONFERENCIA IX

LOS MEDIOS PARA USARSE CON LOS PECADORES

 

TEXTO.-- Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí.

-- ISAÍAS 43:10.

En el texto se refiere a los hijos de Dios que son sus testigos. En varias de las conferencias anteriores me he enfocado en el tema de la oración, o aquel departamento de los medios para la promoción de un avivamiento, el cual intenta mover a Dios para derramar su Espíritu. Ahora voy me voy a referir a otro asunto:

LOS MEDIOS PARA USARSE PARA LA CONVICCIÓN Y CONVERSIÓN DE LOS PECADORES

Es cierto, en general, que las personas son afectadas por el tema de la religión, en proporción a su convicción de la verdad de ésta. La falta de atención en la religión es la gran razón por la que se siente muy poco al respecto de ella. Ningún ser puede ver las grandes verdades de la religión, como verdades, y no sentir profundamente al respecto de ellas. El diablo no puede. Cree y tiembla. Los ángeles en el cielo sienten en vista de esas cosas. Dios siente. Una convicción intelectual de la verdad siempre se acompaña de un sentimiento de algún tipo.

Un gran diseño de Dios de dejar a los cristianos en el mundo luego de su conversión es para que ellos puedan ser testigos por él. Es para que ellos puedan cautivar la atención de la multitud desconsiderada del tema, y hacerles ver las diferencias en el carácter y destino de quienes creen y de quienes rechazan el Evangelio. La falta de atención es la gran dificultad en la forma de promover la religión. Y lo que el Espíritu de Dios hace es despertar la atención de los hombres al asunto de su pecado y el plan de salvación. Los milagros a veces han sido empleados para llamar la atención de los pecadores. Y de esta manera, los milagros pueden ser instrumentales en la conversión, aunque ésta no es en sí un milagro, ni los milagros nunca convierten a nadie. Pueden ser medios para despertar. Los milagros no siempre son eficaces en eso. Y si continuaran, o se hicieran comunes, pronto perderían su poder. Lo que se quiere en el mundo es algo que pueda ser un tipo de milagro omnipresente capaz no sólo de cautivar la atención sino de arreglarla y de mantener a la mente en contacto cálido con la verdad hasta que se rinda.

Por tanto, vemos por qué Dios ha dispersado a sus hijos por todos lados, en familias entre las naciones. Nunca los dejaría estar todos juntos en un lugar no obstante cuán grato pueda ser para sus sentimientos. Desea dispersarlos. Cuando la iglesia en Jerusalén estaba junta, descuidando el salir como Cristo había mandado, para propagar el evangelio a todo el mundo, Dios soltó una persecución sobre ellos y los dispersó a otros lados, y entonces salieron por todas partes "anunciando el evangelio".

Al examinar el texto, propongo indagar:

I. A qué puntos en particular los cristianos van a testificar por Dios.

II. La manera en que van a testificar.

 

I. En qué puntos se les requiere testificar a los hijos de Dios.

Generalmente, van a testificar la verdad de la Biblia. Son testigos competentes, pues tienen experiencia de la verdad bíblica. El cristiano experimental no tiene más necesidad de probar la verdad de la Biblia en su mente que de probar su propia existencia. Todo el plan de la salvación está tan plenamente extendido y puesto en su convicción que el emprender persuadirlo de su creencia en la Biblia sería tan poco práctico como persuadirlo de su propia existencia. Los hombres han tratado de sembrar duda de la existencia del mundo material, pero no pueden tener éxito. Ningún hombre puede dudar de la existencia de un mundo material. Dudarlo es en contra de su propia conciencia. Pueden usar argumentos que no pueda uno contestar, y puede uno desconcertarse y confundirse, y callarse; quizá uno no es un filósofo o conocedor de lógica, y ser incapaz de detectar las falacias de ellos, pero lo que sabe uno sabe.

Lo mismo es en la religión. El cristiano está consciente de que la Biblia es verdad. Hasta el más niño en la religión sabe por su experiencia la verdad de la Biblia. Puede oír objeciones de los infieles, de las que nunca pensó, y que no puede responder, y poder ser confundido, pero no puede ser sacado de su fundamento. Dirá "no puedo responderte, pero sé que la Biblia es verdad".

Como si un hombre se viera en el espejo y dijera, "ése es mi rostro". ¿Cómo sabe que es su rostro? Pues por su vista. Entonces cuando un cristiano se ve él mismo dibujado y retratado en la Biblia, ve la semejanza de ser tan exacto que sabe que es cierta.

Pero más particularmente, los cristianos van a testificar de:

1. La inmoralidad del alma. Esto es claramente revelado en la Biblia.

2. La vanidad y la naturaleza nada satisfactoria de todo bien terrenal.

3. La naturaleza satisfactoria y la suficiencia gloriosa de la religión.

4. La culpa y el peligro de los pecadores. Sobre este punto pueden hablar de la experiencia como también de la palabra de Dios. Han sido sus propios pecados, y entienden más de la naturaleza del pecado, y la culpa y el peligro de los pecadores.

5. La realidad del infierno, como un lugar de castigo eterno para los impíos.

6. El amor de Cristo por los pecadores.

7. La necesidad de una vida santa, si pensamos ir al cielo.

8. La necesidad de la negación de uno mismo y vivir por encima del mundo.

9. La necesidad de mansedumbre, mentalidad celestial, humildad e integridad.

10. La necesidad de una renovación completa de carácter y vida para todos quienes entrarán en el cielo. Éstos son los temas sobre los que van a ser testigos para Dios. Y van a testificar de tal manera como para constreñir a los hombres a creer la verdad.

II. ¿Cómo van a testificar?

Por precepto y ejemplo, en cada ocasión apropiada, por sus labios, pero principalmente por sus vidas. Los cristianos no tienen derecho a estar callados con sus labios; deben reprender, exhortar, y suplicar con longanimidad y doctrina, pero su influencia principal como testigos es por su ejemplo.

Se les requiere ser testigos de esta manera porque el ejemplo se enseña con mucha mayor fuerza que el precepto. Esto es universalmente sabido. Las acciones hablan más fuerte que las palabras. Pero cuando el precepto y ejemplo son llevados a profesar, trae la mayor cantidad de influencia para llevar en la mente. Como por la manera en la que van a testificar; la manera en que van a dar testimonio de la verdad de los puntos especificados; en general--deben vivir en su caminar y conversación diarios, como si creyeran la Biblia.

1. Como si creyeran ellos ser inmortales, y como si creyeran que la muerte no es la terminación de su existencia, sino la entrada hacia un estado sin cambio. Deben vivir ellos para hacer esa impresión completa a su alrededor. Es fácil ver que el precepto sin el ejemplo en este punto no hace ningún bien. Todos los argumentos en el mundo no convencerán a la humanidad de que realmente ustedes creen eso, a menos que vivan como si lo creyeran. El razonamiento de ustedes puede ser incontestable, pero si no viven como se debe, la práctica de ustedes vencerá los argumentos de ustedes. Dirán ellos que ustedes son unos sofistas ingeniosos, o razonadores agudos, y quizá admitan que no les pueden contestar, sino que entonces dirán que es evidente que el razonamiento de ustedes es falso y que saben que es falso porque la vida de ustedes contradice la teoría de ustedes. O que, si es cierta, no la creen ustedes, en ningún caso. Y entonces toda la influencia del testimonio de ustedes se va al otro lado.

2. La vanidad y naturaleza nada satisfactoria de las cosas de este mundo. Van a testificar eso mediante su vida. El fracaso en esto es la gran piedra de tropiezo en la manera de la humanidad. Se necesita aquí el testimonio de los hijos de Dios más que nada. Los hombres son tan afectados con los objetos del sentido y tan constantemente ocupados con ellos que son muy aptos para cerrarle la puerta a la eternidad de sus mentes. Un objeto pequeño, sostenido cerca del ojo, puede tapar el océano distante. Lo mismo con las cosas del mundo, que están cerca, se magnifican tanto en sus mentes, que pasan por alto lo demás. Un diseño importante para mantener a los cristianos en el mundo es enseñar a la gente sobre este punto, prácticamente, no trabajar por la comida que perece. Pero supóngase que los profesantes de religión enseñan la vanidad de las cosas terrenales por precepto, y la contradicen en la práctica. Supóngase las mujeres que son afectas al vestido, y en observar la moda, y los hombres tan ansiosos por tener buenas casas y carruajes, como la gente del mundo. ¿Quién no ve que sería bastante ridículo para ellos que testificaran con sus labios que este mundo es toda vanidad, y su alegría vacía y nada satisfactoria? La gente sentiría que es ridículo, y esto cierra los labios de los cristianos. Se avergüenzan de hablarles a sus vecinos mientras ellos se obstaculizan con esas chucherías porque su conducta diaria testifica a todos lo contrario. ¡Cómo se verían algunos miembros de la iglesia en esta ciudad, mujeres u hombres, yendo entre la gente, hablándoles de la vanidad del mundo! ¿Quién les creería lo que dicen?

3. La naturaleza satisfactoria de la religión. Los cristianos van a mostrar mediante su conducta que están de hecho satisfechos con el placer de la religión, sin la pompa y las vanidades del mundo; los gozos de la religión y la comunión con Dios los mantienen por encima del mundo. Van a manifestar que este mundo no es su hogar. Su profesión es que el cielo es una realidad, y que esperan morar ahí por siempre. Pero supóngase que contradicen eso con su conducta, y viven de tal modo para probar que no pueden ser felices a menos que tengan una parte completa de la moda y exhibición del mundo, y que en cuanto ir al cielo prefieren permanecer en la tierra que morir e irse a allá. ¿Qué piensa el mundo cuando ve a un profesante de religión tan temeroso de morir como un infiel? Tales cristianos se perjuran a sí mismos--juran una mentira, pues testifican que no hay nada en la religión por la que una persona pueda vivir por encima del mundo.

4. La culpa y los peligros de los pecadores. Los cristianos van a advertir a los pecadores de su condición horrible, y exhortarles que huyan de la ira venidera, y que se agarren de la vida eterna. Pero ¿quién no sabe que la manera de hacer eso es todo? Los pecadores a menudo son afectados bajo la convicción por la manera de hacer una cosa. Había un hombre muy opuesto a cierto predicador. Al pedírsele que especificara la razón, contestó: "no soporto oírle porque dice la palabra INFIERNO de tal modo que retiñe en mis oídos por mucho tiempo después". Estaba descontento con aquello que constituía el poder de decir esa palabra. La manera puede ser tal como para transmitir una idea directamente opuesta al significado de las palabras. Un hombre puede decirles que la casa de ustedes está incendiándose de tal manera como para hacer directamente la impresión contraria, y darán por sentado que no es su casa la que está incendiándose. El vigía puede gritar "FUEGO, FUEGO", de tal manera que todos piensen que estaba dormido o ebrio. Ciertas maneras están tan usualmente conectadas con el anuncio de ciertas cosas que no pueden ser expresadas sin ellas. Las palabras en sí mismas nunca transmiten por sí solas el significado porque la idea puede sólo completamente expresarse por un modo particular de hablar. Vayan a un pecador, y hablen con él acerca de su culpa y peligro; y si la manera de ustedes hace una impresión que no corresponde, en efecto dan testimonio de otro modo, y díganle que no está en ningún peligro del infierno. Si el pecador cree que está en peligro del infierno, es completamente sobre el fundamento en vez del cómo lo dicen. Si viven de tal modo como para mostrar que no tienen compasión por los pecadores a su alrededor, si no muestran ternura, por sus ojos, rasgos, voz, si la manera de ustedes no es solemne ni intensa, ¿cómo puede creer él que ustedes son sinceros?

Mujer, supón que le dices a tu marido inconverso, de una manera irrisoria y fácil: "Querido, creo que te vas a ir al infierno", ¿acaso te creerá? Si tu vida es alegre y trivial, muestras que no crees que hay infierno, o que deseas que se vaya a allá, y tratas de evitar una impresión seria de su mente. ¿Tienes hijos que son inconversos? Supón que nunca les dices nada a ellos de religión, o cuando hablas con ellos es de una manera fría, dura y seca, sin mostrar ningún sentimiento; ¿supones que te creen? No ven la misma frialdad en ti referente a otras cosas. Tienen ellos el hábito de ver a la madre en tus ojos, y en los tonos de tu voz, tu énfasis, y demás, y el sentimiento cálido del corazón de una madre como fluye de tus labios en todo lo que les concierne. Si, entonces, cuando hablas con ellos del tema de religión, eres fría y trivial, ¿pueden suponer que lo crees? Si tu comportamiento sostiene ante tu hijo ese espíritu sin corazón, cuidado y oración, y entonces le hablas sobre la importancia de la religión, el hijo se irá y se reirá pensando que tratas de persuadirlo que hay un infierno.

5. El amor de Cristo. Van a llevar testimonio de la realidad del amor de Cristo mediante la consideración que muestran ustedes por sus preceptos, su honor, su reino. Deben actuar como si creyeran que murió por los pecados de todo el mundo, y como si culparan a los pecadores por rechazar su gran salvación. Ésta es la única forma legítima en la que pueden impresionar a los pecadores con el amor de Cristo. En vez de eso, los cristianos seguido viven para dar la impresión que Cristo es tan compasivo que no deben temerle. Me he sorprendido al ver cómo una cierta clase de profesantes quieren que los ministros estén siempre predicando sobre el amor de Cristo. Si un ministro predica el deber, y urge a los cristianos que sean santos, y que trabajen para Cristo, le llaman predicación legalista. Dicen que quieren oír el evangelio. Pues bien, supongan que presentan el amor de Cristo. ¿Cómo llevarán el testimonio en sus vidas? ¿Cómo mostrarán que lo creen? Pues, por la conformidad al mundo, testifican directamente que no creen ni una palabra, y que no les importa en lo absoluto el amor de Cristo, sólo para tenerlo por un manto, que puedan hablar al respecto, para tapar sus pecados. No tienen ninguna simpatía con su compasión, y ninguna creencia en ella como una realidad, y ninguna preocupación por los sentimientos de Cristo, que llene sus mentes cuando vea él la condición de los pecadores.

6. La necesidad de santidad con el fin de entrar al cielo. No sirve de nada hablar de eso. Deben vivir en santidad, y de ese modo testificar que los hombres no necesitan esperar ser salvos a menos que ya lo sean. La idea ha prevalecido tanto que no podemos ser perfectos aquí, que muchos profesantes no hacen mucho como seriamente apuntar a una vida sin pecado. Se van con la marea de una manera suelta, pecaminosa, abominable e infeliz a la que, sin duda, el diablo se ríe porque es, de todos los otros, el camino más seguro al infierno.

7. La necesidad de negación de uno mismo, humildad y mentalidad celestial. Los cristianos deben mostrar mediante su propio ejemplo qué es la religión la cual se espera de los hombres. Ésa es la predicación más poderosa, después de todo, y muy probablemente tendrá influencia en el impenitente mostrándoles la gran diferencia entre ellos y los cristianos. Mucha gente está tratando de hacer cristianos a los hombres por un curso distinto copiando tan cerca como posible su manera presente de vivir, y conformándolos como sea posible. Parecen pensar que pueden hacer caer a los hombres en la religión al bajarla a su patrón. Como si más cerca se trajera a la religión, más probable fuera abrazarla. Ahora todo esto es tan amplio como los polos de la filosofía verdadera de hacer cristianos. Pero siempre es la política de los profesantes carnales. Y piensan que están mostrando una sagacidad y prudencia maravillosas al tomarse tales molestias de no espantar a la gente ante la rigurosidad y santidad poderosas del evangelio. Argumentan que si ustedes exhiben la religión a la humanidad como requerir un gran cambio tal en su manera de vivir, tales innovaciones en sus hábitos, tal separación de sus antiguas relaciones, pues, ustedes los ahuyentarán. Esto pareciera posible a primera vista. Pero no es cierto. Dejen que los profesantes vivan su manera laxa y fácil, y que los pecadores digan, "pues no veo más que estoy bien, o por lo menos casi bien, que es imposible que Dios me mande al infierno por la diferencia entre yo y esos profesantes. Es cierto que hacen un poco más que yo. Van a la mesa de comunión, oran con sus familias, y unas pocas cosas más parecidas, pero no pueden hacer una gran diferencia entre el cielo y el infierno". No, el camino verdadero es exhibir la religión y el mundo en fuerte contraste, o nunca se podrá hacer en los pecadores la necesidad de un cambio. Hasta que la necesidad de este cambio se encarne y predique en una luz fuerte mediante el ejemplo, ¿cómo se podrá hacer creer a los hombres que van a ser enviados al infierno si no son completamente transformados en corazón y vida?

Esto no sólo es cierto en filosofía, sino que se ha probado por la historia del mundo. Véanse las misiones de los jesuitas en Japón, por Francisco Javier y sus allegados. ¡Cómo vivían, qué contraste mostraron entre su religión y la de los paganos, y qué resultados siguieron! Ahora estaba leyendo una carta de uno de nuestros misioneros en el Oriente, quien escribe, creo yo, en este sentido, que un misionero debe poder estar al nivel de la nobleza inglesa, y entonces recomendar la religión de él con respecto a los nativos. ¡Debe estar por arriba de ellos, como para mostrar superioridad, y así impresionarlos con respeto! ¿Es esto filosofía? ¿Es esta la manera de convertir al mundo? No pueden convertir al mundo más que por sonar el cuerno de carnero. Esa forma no tiene tendencia. ¿Qué hicieron los jesuitas? Fueron con la gente en la práctica diaria de negación de uno mismo frente a sus ojos, enseñando y predicando, orando y trabajando, sin cansarse ni asombrarse, mezclándose con cada casta y nivel, llevando sus instrucciones a la capacidad de cada individuo. Y en esa forma la misión se llevó a la idolatría ante ella como una ola del mar, y de repente su religión se propagó por el vasto imperio de Japón. Y de no haberse metido en política y provocado ella misma un choque innecesario con el gobierno, sin duda se hubiera sostenido hasta ahora. No estoy diciendo nada referente a la religión que enseñaron, porque no estoy seguro qué tanta verdad predicaron con ella. Hablo sólo de seguir la verdadera política de misiones, al mostrar, con sus vidas, la religión que enseñaron en contraste con el espíritu mundano y las tonterías de la idolatría. Este rasgo de su política se encomendó a sí mismo a las conciencias de la gente que era irresistible. Si los cristianos se contradicen este solo punto, e intentan acomodar su religión a los hombres mundanos, considerarán imposible la salvación del mundo. ¿Cómo pueden hacer creer a la gente que la negación de uno mismo y la separación del mundo son necesarias a menos que se practiquen?

8. Mansedumbre, humildad y mentalidad celestial. El pueblo de Dios debe siempre mostrar temple como el Hijo de Dios, quien cuando fue injuriado, no injurió él. Si un profesante de religión es imitable, y presto para resentir una injuria, y apresurarse con pasión, y tomar algunas medidas como hace el mundo para reparar, al ir a la ley y similares, ¿cómo es que va a hacer a la gente creer que hay realidad en un cambio de corazón? No pueden recomendar la religión mientras tengan ese espíritu. Si están en el hábito de resentir una conducta injuriosa, si no la soportan mansamente, y ponen la mejor interpretación que se pueda sobre ella, contradicen el evangelio. Algunas personas siempre muestran un espíritu malo, siempre prestos a poner la peor interpretación de lo que es hecho, y se encienden por cualquier cosa pequeña. Esto muestra una gran falta de esa caridad la cual "todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". Pero si un hombre siempre muestra mansedumbre bajo injurias, confundirá la oposición. Nada hace una impresión tan solemne y abruma con una carga tal en sus conciencias, como ver a un cristiano, llevando como Cristo las afrentas e injurias con la mansedumbre de un cordero. Corta como una espada de dos filos.

Mencionaré un caso para mostrar eso. Un joven se aprovechó de un ministro, lo insultó de una manera sin precedentes. El ministro poseía un alma paciente, y contestaba apaciblemente, le decía la verdad enfáticamente, pero de una manera amable. Esto sólo hizo que el joven se enojara más, hasta que por fin se fue con mucha ira, declarando que no se iba a quedar y soportar ese vituperio. Como si fuera el ministro, en vez de él mismo, al que había estado regañando. Se fue el pecador, pero con las flechas del Todopoderoso en su corazón, y en menos de media hora siguió al ministro a sus aposentos con una agonía insoportable. Lloró y suplicó perdón, se quebrantó ante Dios y rindió su corazón a Cristo. Esa manera apacible y calmada fue más abrumadora para él que mil argumentos. Ahora si ese ministro hubiera bajado la guardia, y respondido ásperamente, sin duda hubiera arruinado el alma de ese joven. ¿Cuántos de ustedes han vencido cada esfuerzo futuro que hacen con sus amigos o vecinos impenitentes de una forma como ésa? En alguna ocasión se han mostrado ustedes mismos tan iracundos que han sellado sus labios y puesto una piedra de tropiezo por la cual el pecador se tropieza hacia el infierno. Si lo han hecho en cualquier instancia, no duerman hasta que hayan hecho todo para arreglar el daño; hasta que confiesen el pecado y hayan hecho todo para contrarrestarlo tanto como sea posible.

9. La necesidad de honestidad completa en un cristiano. Ah, ¡qué campo se abre para comentar! Pero no puedo tocarlo plenamente ahora. Se extiende a todos los departamentos de la vida. Los cristianos necesitan mostrar la consideración más estricta a la integridad en cada departamento o asunto, y en su interacción con su prójimo. Si cada cristiano diera consideración escrupulosa a la honestidad, y siempre fuera de conciencia hacer exactamente lo correcto, haría una impresión poderosa en las mentes de la gente de la realidad del principio religioso.

Una señora estaba comprando huevos en la tienda, y el empleado hizo mal la cuenta dándole de más. Ella se dio cuenta pero no dijo nada, y luego que llegó a casa le perturbó. Sintió que había actuado mal, de prisa regresó con el joven, le dijo y pagó la diferencia. La impresión de su integridad de conciencia fue a su corazón como una espada. Fue un gran pecado en ella ocultar el error de la cuenta porque la tentación era muy pequeña, pues si le hubiera hecho mal por un huevo, mostraría que le podría robar toda la tienda, si pudiera hacerlo sin que se enterara. Pero su confesión pronta y humilde mostró una conciencia honesta.

Me da gusto decir que hay algunos hombres que tratan con este principio de integridad. Y los perversos los odian por eso. Los insultan y vociferan en las cantinas que nunca comprarán productos de tales y tales personas, que tal hipócrita nunca tocará un dólar de su dinero, y demás cosas, y entonces van directo a comprarles porque saben que los tratarán con honestidad. Esto es un testimonio de la verdadera religión, que se escuche de Georgia hasta Maine. Supongan que todos los cristianos lo hicieran, ¿cuál sería la consecuencia? Los cristianos huirían con el negocio de la ciudad. Los cristianos harían pronto el negocio del mundo. El gran argumento que les urge a algunos cristianos, que si no hacen negocio sobre el principio común, de fijar un precio y dar otro, no pueden competir con los hombres del mundo, es falso--falso en filosofía y falso en historia. Sólo hagan de su regla invariable hacer lo correcto y hagan negocio sobre el principio, y controlarán el mercado. Los impíos estarán obligados a ajustarse a su patrón. Está perfectamente en el poder de la iglesia regular el comercio del mundo, si sólo mantienen integridad perfecta.

Y si los cristianos hacen lo mismo en política, regirán los destinos de las naciones sin involucrase ellos mismos con la base y rivalidad corrupta de los partidos. Sólo déjese a los cristianos generalmente determinar el voto para ningún hombre para ningún cargo, que no sea honesto y de moral pura, y que se sepa que los cristianos están unidos en eso, cual sea la diferencia en sentimientos políticos, y ningún hombre se postulará que no tenga ese carácter. En tres años será motivo de plática en tabernas y en periódicos, cuando algún hombre sea puesto como candidato para un cargo. "¡Qué buen hombre es, qué recto, qué piadoso!" y comentarios así. Y cualquier partido político no más pondría alguien que rompa el domingo para congregarse, o a un jugador, o un blasfemo profano, fornicario, vendedor de licor, como candidato para un cargo, que pusieran al mismo diablo para presidente. La política carnal de algunos profesantes, que emprenden corregir la política por tales medios como los perversos emplean, y que están determinados a votar con un partido, que el candidato sea disoluto, está del todo mal--mal en principio, contrario a la filosofía y sentido común, y es ruin para los mejores intereses de la humanidad. La deshonestidad de la iglesia está maldiciendo al mundo. No voy a predicar un sermón político, les aseguro, pero quiero mostrarles que si quieren impresionar a los hombres favorablemente para la religión de ustedes, deben ser honestos, estrictamente honestos, en negocios, en política, y en todo lo que hagan. ¿Qué suponen que los políticos impíos, que saben esto al realizar una elección, en ellos mismos que están jugando un juego deshonesto, piensan en la religión de ustedes cuando ellos los ven a ustedes uniéndoseles? ¡Saben que ustedes son unos hipócritas!

OBSERVACIONES

1. Es irrazonable para los profesantes de religión maravillarse por la imprudencia de los pecadores. Todo es considerado, la negligencia de los pecadores no es maravillosa. Somos afectados por el testimonio, y sólo por ese testimonio que es recibido por nuestras mentes. Los pecadores se asocian tanto con un negocio, placer y los asuntos del mundo, que no examinan la Biblia para averiguar qué es la religión. Sus sentimientos son incitados sólo en cosas mundanas porque éstas son llevadas a un contacto cálido con sus mentes. Las cosas del mundo hacen, por tanto, una impresión fuerte. Pero hay tan poco para hacer una impresión en sus mentes con respecto a la eternidad, y llevar la religión a la casa de ellos, que no sienten sobre el asunto. Si examinaran el asunto que sienten, pero no lo examinan, ni piensan sobre él, y nunca lo harán, a menos que los testigos de Dios se levanten y testifiquen. Pero por cuanto el gran cuerpo de cristianos de hecho vive para testificar del otro lado de su conducta, ¿cómo pueden esperar que los pecadores se sientan bien sobre el tema? Casi todo el testimonio y toda la influencia que viene a sus mentes tiende a hacerles sentirse de otra manera. Dios ha dejado su causa aquí ante la raza humana y ha dejado sus testigos para testificar por él, y he aquí, ¡se dan la vuelta y testifican de otra manera! ¿Es de maravillarse que los pecadores sean indiferentes?

2. Ven por qué es que el predicar no hace casi nada, y cómo es que tantos pecadores se endurecen por el evangelio, pero sólo déjese a la iglesia despertar, y actuar consistentemente, y sentirán. Si la iglesia fuera a vivir sólo una semana como si creyeran la Biblia, los pecadores se derretirían ante ella. Supóngase que fuera yo abogado, y debiera ir a la corte y exponer el caso de mi cliente, el asunto está ligado, e hiciera declaraciones, y dijera lo que espero probar, y entonces llamara a mis testigos. El primer testigo haría juramento, y se levantaría y me contradiría en mi cara. ¿Qué de bueno haría a mi alegato? Podría dirigirme al jurado por un mes, y ser tan elocuente como Cicerón, pero mientras mis testigos me contradigan, todo mi alegato no hará bien. Lo mismo es con un ministro que está predicando en medio de una iglesia fría, estúpida, y que deshonra a Dios. En vano sostendrá su postura para mostrar las grandes verdades de la religión, cuando cada miembro de la iglesia está listo para jurar que miente. Pues, en esa iglesia, su mera manera de salir de los pasillos contradice el sermón. No hacen caso, tan alegres y fáciles, asintiendo el uno al otro, y susurrando, como si nada hubieran pasado. Que el ministro advierta a cada persona diariamente con lágrimas, no producirá ningún efecto. Si el diablo entrara y viera el estado de las cosas, no podría mejorar nada para su interés.

Sin embargo, hay ministros que irán por años en ese camino, predicando sin que tales personas les entiendan, que mediante sus vidas contradicen cada palabra que dicen, y creen que es su deber hacerlo. ¡Deber! ¡Predicar a la iglesia que no están haciendo la obra, y contradecir todo su testimonio, y que eso no afectará! No. Que se sacudan el polvo de sus pies por testimonio, y que vayan a los impíos, a los nuevos poblados. El hombre está desperdiciando sus energías, desgastando su vida, y sólo mece la cuna para una iglesia soñolienta, testificando todo a los pecadores, no hay ningún peligro. Todas sus vidas son un testimonio práctico de que la Biblia no es verdad. ¿Continuarán los ministros desgastándose? Probablemente se pierde un 99 por ciento de la predicación porque es contradicha por la iglesia. Ni una verdad en un 100 por ciento en la predicación tiene efecto porque las vidas de los profesantes testifican que no es así.

3. Es evidente que el patrón de la vida cristiana debe elevarse, o el mundo nunca se convertirá. Si tuviéramos tantos miembros de la iglesia ahora como hay familias, y se propagaran por todo el mundo, y un ministro para cada 500 almas, y cada niño en la escuela dominical, y cada joven en una clase bíblica, tendrían toda la maquinaria que quisieran, pero si la iglesia contradice la verdad mediante sus vidas, nunca producirá un avivamiento.

Nunca tendrán un avivamiento en cualquier lugar mientras toda la iglesia testifique en contra del ministro. Con frecuencia es el caso que donde hay la mayor predicación, hay menos religión porque la iglesia contradice la predicación. No he sabido que los medios fallen de un avivamiento donde los cristianos viven consistentemente. Una de las primeras cosas es elevar el patrón de la religión para incluir y poner a la vista de todos los hombres la verdad del Evangelio. A menos que los ministros puedan hacer que la iglesia despierte y actúe como si la religión fuese cierta, y respalden sus testimonios mediante sus vidas, en vano intentarán promover un avivamiento.

Muchas iglesias están dependiendo del ministro para que haga todo. Cuando predica, dirán, "Qué buen sermón. Es un ministro excelente. Una predicación así debe hacer bien. Sin ninguna duda tendremos un avivamiento pronto". Y mientras, están contradiciendo la predicación mediante sus vidas. Les digo, si están dependiendo de la predicación sola para realizar la obra, fallarán. Si Jesucristo viniere y predicara, y la iglesia lo contradijera, fallaría él. Se ha intentado una vez. Que un apóstol resucite de los muertos, o que baje un ángel del cielo y predique, sin la iglesia para testificar por Dios, no tendrá ningún efecto. La novedad podrá producir un cierto tipo de efecto por un tiempo, pero tan pronto como la novedad se haya ido, la predicación no habrá tenido ningún efecto de salvación, mientras sus testigos contradigan.

4. Cada cristiano hace una impresión mediante su conducta, y testifica por un lado u otro. Su apariencia, forma de vestir, comportamiento, hacen una impresión constante de un lado u otro. No puede evitar testificar a favor o en contra de la religión. Está recogiendo para Cristo o esparciendo por todos lados. Cada paso que toman, pisan cuerdas que vibrarán por toda la eternidad. Cada vez que se mueven, tocan notas que cuyo sonido hará eco por valles y collados del cielo, y a través de las cavernas y mazmorra oscuras del infierno. Cada momento de sus vidas, ellos están ejerciendo una influencia tremenda que afectará todos los intereses mortales de las almas alrededor de ustedes. ¿Están dormidos mientras toda su conducta es ejerciendo esa influencia?

¿Van a andar por la calle? Tengan cuidado de cómo visten. ¿Qué hay eso puesto en su cabeza? ¿Qué hace ese moño llamativo y esos adornos en su vestido? Da la impresión que desean ustedes que se piense que es bonito. ¡Tengan cuidado!! De una vez escriban en sus ropas "NINGUNA VERDAD EN LA RELIGIÓN". Dice, "DÉNME VESTIDOS, DÉNME MODA, DÉNME HALAGOS, Y ESTOY FELIZ". El mundo entiende ese testimonio mientras andan por la calle. Ustedes son "epístolas vivientes, conocidas y leídas de todos los hombres". Si muestran orgullo, frivolidad, mal humor, y demás, es como abrir las heridas del Salvador. ¿Cómo debe de llorar Cristo al ver a los profesantes de religión que van mostrando su causa para desdeñar a los que llegan de las calles? Sólo "que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad", sólo que actúen ellas consistentemente, y su conducta, afectará al mundo, el cielo se regocijará y el infierno gemirá ante su influencia. Pero, ah, que muestren vanidad, traten de ser bonitas, que se inclinen ante la diosa de la moda, que llenen sus orejas con ornamentos y sus dedos con anillos. Que se pongan plumas en sus sombreros y broches en sus brazos, que usen corsé para que apenas puedan respirar. Que se pongan sus atavíos en el calzado y caminen dando pasos refinados, y su influencia se revertirá. El cielo se vestirá de luto, y el infierno tendrá un jubileo.

5. Es fácil ver por qué los avivamientos no prevalecen en una ciudad grande. ¿Cómo pueden? Nada más vean a los testigos de Dios, y vean qué están testificando. Parece que están de acuerdo en tentar al Espíritu del Señor, y mentirle al Espíritu Santo. Hacen sus votos a Dios, se consagran enteramente a él, y luego se inclinan ante el altar de la moda, y se preguntan por qué no hay avivamientos. Sería más que un milagro tener un avivamiento bajo esas circunstancias. ¿Cómo puede un avivamiento prevalecer en esa iglesia? ¿Suponen que tengo una imaginación vana de mi propia habilidad para pensar que puedo promover un avivamiento al predicar más allá de su comprensión mientras viven como algunos viven? ¿Acaso no saben que en cuanto a su influencia se refiere muchos van directo a un avivamiento? Su espíritu y comportamiento producen una influencia en el mundo contra la religión. ¿Cómo el mundo creerá la religión cuando los testigos no se ponen de acuerdo entre ellos mismos? Se contradicen ellos mismos, se contradicen uno al otro, y contradicen a su ministro, y la suma de todo el testimonio es que no hay necesidad de ser piadoso.

¿Creen ustedes que las cosas que he estado predicando son ciertas o sólo son delirios de una mente perturbada? Si son ciertas, ¿reconocen el hecho que tienen referencia a ustedes? Dicen, quizá, "¡Ojalá algunas iglesias ricas pudieran oírle!" Pues, no les estoy predicando a ellas, les estoy predicando a ustedes. Mi responsabilidad es con ustedes, y mis frutos deben venir de ustedes. Ahora, ¿están contradiciéndolo? ¿Qué es el testimonio en la hoja de registro que está ahora sellada por el juicio referente a este día? ¿Acaso han manifestado una simpatía con el Hijo de Dios cuando su corazón está sangrando en vista de las desolaciones de Sion? ¿Acaso los hijos, empleados, sirvientes de ustedes, han visto que así es? ¿Acaso han visto ellos una solemnidad en su semblante de ustedes, lágrimas en sus ojos por las almas perdidas?

FINALMENTE, debo terminar al observar que Dios y todos los seres morales tienen gran razón en quejarse de este testimonio falso. Hay bases para quejarse que los testigos de Dios se dan la vuelta y testifican directamente contra él. El cielo podrá llorar y el infierno regocijarse al ver todo eso. Oh, ¡cuán culpables! Aquí están, yendo al juicio, rojo por todos lados con sangre. Los pecadores los verán allá, aquellos que han visto cómo viven, muchos de ellos ya muertos, y muchos otros que nunca verán de nuevo. ¡Qué influencia han ejercido! Quizá miles de almas se reunirán con ustedes en el juicio, y los maldecirán (si se les deja hablar) por llevarlos al infierno, por prácticamente negar la verdad del evangelio. ¿Qué será de esa ciudad y del mundo cuando la iglesia esté unida en prácticamente testificar que Dios es un mentiroso? Testifican por sus mentiras que si hacen profesión y viven una vida moral que la religión es suficiente. Oh, ¡qué doctrina de demonios es ésa! Suficiente para arruinar a toda la raza humana.

 

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