The GOSPEL TRUTH

PODER DESDE LO ALTO

POR CHARLES G. FINNEY

 

Capítulo 1

Poder Desde Lo Alto

 

Por favor permítanme a través de sus columnas corregir un malentendido con respecto a la última reunión de la junta de Oberlin y unos breves comentarios que hice el sábado en la mañana y luego en el Día del Señor. En mis primeros comentarios hablé acerca de la misión de la Iglesia de discipular todas las naciones, tal como lo registra Mateo y Lucas, y declaré que este mandato fue dado a toda la Iglesia y que todo miembro de la iglesia está bajo la obligación de que la obra de su vida sea convertir al mundo. Luego hice dos preguntas:

1. ¿Qué tenemos que hacer para asegurar el éxito en esta gran tarea?

2. ¿Cómo lo podemos lograr?

Contestación 1. Necesitamos recibir poder desde lo alto. Cristo previamente les dijo a sus discípulos que sin él nada podían hacer. Cuando les dio la comisión de convertir al mundo, añadió, "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto". Este bautismo del Espíritu Santo, esta promesa del padre, este poder de lo alto, ha sido exactamente lo que Cristo estableció como la condición indispensable para llevar a cabo la obra que está delante de nosotros.

2. ¿Cómo lo obtenemos? Cristo claramente lo prometió a toda la iglesia y a todo individuo que tiene como tarea laborar para la conversión del mundo. Advirtió a los discípulos que no comenzaran la obra sin antes haber recibido el poder desde lo alto. Tanto la promesa como la admonición son para todos los cristianos de todas las edades y naciones. En ningún momento nadie tiene el derecho de esperar tener éxito a menos que haya sido dotado con poder desde lo alto. El ejemplo de los primeros discípulos nos enseña cómo asegurar este poder. Primero, ellos se consagraron para la tarea y siguieron orando y suplicando hasta que el Espíritu Santo vino sobre ellos el día del Pentecostés y recibieron la promesa del derramamiento de este poder desde lo alto. Ésta es la manera de obtenerlo.

La Junta deseaba que yo abundara más sobre el tema; consecuentemente, en el día del Señor, tomé la declaración de Cristo de que el padre está más dispuesto a dar su Santo Espíritu a los que se lo pidan que nuestra disposición a darle buenas dadivas a nuestros hijos.

1. Yo dije, éste texto nos muestra que es infinitamente fácil obtener del Padre el Espíritu Santo o el derramamiento de su poder.

2. Ésta es una petición de oración constante. Todo el mundo ora por esto todo el tiempo y aún así, comparativamente, son pocos los que reciben este espíritu de poder desde lo alto. Esta carencia no es suplida. Esta carencia de poder es un asunto del cual hay mucha queja. Cristo dijo, "Todo aquel que pide, recibe", pero ciertamente existe una gran brecha entre pedir y recibir, lo cual es una gran piedra de tropiezo para muchos. ¿Cómo debe ser explicada entonces esta discrepancia? Entonces procedí a mostrar por que este poder no es recibido. Y dije:

1. No estamos dispuestos, tomando en cuenta todo lo que esto implica, para tener lo que deseamos y lo que pedimos.

2. Dios específicamente nos ha dicho que si tenemos iniquidad en nuestro corazón él no nos escucha. Pero el que pide, muchas veces es inmoderado consigo mismo. Esto es iniquidad y Dios no nos puede escuchar.

3. No es generoso.

4. Censura y critica a otros.

5. Dependiente consigo mismo.

6. Resiste la convicción de pecado.

7. Se niega a confesar a todas las partes correspondientes.

8. Se niega a hacer restitución a las personas heridas.

9. Está prejuiciado y no es sincero.

10. Es rencoroso.

11. Tiene un espíritu vengativo.

12. Tiene ambición mundana.

13. En algún punto se ha comprometido y está siendo deshonesto y ha sido negligente y ha rechazado luz adicional.

14. Es sectariamente egoísta.

15. Egoísta por su propia congregación.

16. Resiste las enseñanzas del Espíritu Santo.

17. Contrista al Espíritu Santo.

18. Apaga al Espíritu por su persistencia en justificar lo equivocado.

19. Lo entristece por no querer estar vigilante.

20. Lo resiste al gratificar su mal temperamento.

21. También al hacer negocios deshonestos.

22. Al ser indolente e impaciente en el Señor.

23. Por muchas formas de egoísmo.

24. Por negligencia en los negocios, el estudio y la oración.

25. Estar demasiado ocupado en negocios, estudio y muy poca oración.

26. Por no consagrarse completamente.

27. La última y la más grande de todas, por incredulidad. Ora por este poder sin esperar recibirlo. "El que no cree a Dios le ha hecho mentiroso." Éste es entonces el mayor pecado. ¡Qué insulto!, ¡qué blasfemia acusar a Dios de mentiroso!

Me vi obligado a concluir que estas y otras formas de pecado explican por qué se recibe tan poco, mientras se pide mucho. Yo dije que no tenía el tiempo para presentar el otro lado. Después algunos hermanos preguntaron "¿Cuál es el otro lado?" El otro lado presenta la certeza que recibiremos la promesa de la llenura de este poder desde lo alto, y si lo pedimos tendremos éxito en ganar almas y cumplir las condiciones de la oración persistente, claramente reveladas. Observen que lo que dije el Día del Señor fue concerniente al mismo tema y en añadidura a lo que yo había dicho previamente. El malentendido que se expresó fue el siguiente: si nosotros nos deshacemos de todas estas formas de pecado, que no nos permiten recibir este poder desde lo alto, ¿no significa esto que ya lo tenemos?, ¿qué más necesitamos?

Contestación. Hay una gran diferencia entre la paz y el poder del Espíritu Santo en el alma. Los discípulos eran cristianos antes del día del Pentecostés, y por lo tanto tenían una medida del Espíritu Santo. Tenían que poseer la paz del perdón de sus pecados y un estado de justificación, pero aun así no tenían el poder derramado necesario para llevar a cabo y cumplir con la tarea asignada. Tenían la paz que Cristo les había dado, pero no el poder que les había prometido. Esto quizás sea cierto en cuanto a todos los cristianos, y en mi opinión éste ha sido el gran error de la Iglesia y del ministerio. La Iglesia descansa en la conversión, y no busca hasta obtener este poder desde lo alto. Por esta razón, vemos que muchos de los que profesantes no tienen poder ni con Dios ni con el hombre. No prevalecen con ninguno.

Descansan en una esperanza en Cristo, e inclusive, entran al ministerio pasándole por encima a la advertencia de esperar hasta que hayan recibido poder desde lo alto. Pero que todos traigan sus diezmos y ofrendas al alfolí, pongan todo en el altar, y prueben a Dios, y verán que ahora Dios abrirá las ventanas de los cielos, y derramará sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.

 

 

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