LA VERDAD DEL EVANGELIO

CONFERENCIAS SOBRE AVIVAMIENTOS DE RELIGIÓN

por el Rdo. CHARLES G. FINNEY

 

CONFERENCIA VII

SER LLENOS DEL ESPÍRITU

 

TEXTO. --Sed llenos del Espíritu. --Ef. 5:18.

Las últimas conferencias han sido sobre el tema de la oración, y la importancia de tener el espíritu de oración, de la intercesión del Espíritu Santo. Cuando no se para de hablar de la necesidad e importancia de las influencias de Espíritu, no puede haber duda que personas están en peligro de abusar de la doctrina, y pervertirla para su propio daño. Por ejemplo, cuando se le dice a los pecadores que sin el Espíritu Santo nunca se arrepentirán, están expuestos a pervertir la verdad, y a entender que no se pueden arrepentir, y por tanto no están bajo la obligación de hacerlo hasta que sientan al Espíritu. Es con frecuencia difícil hacerles ver que el "no pueden" consiste en su indisponibilidad, y no en su inhabilidad. Cuando les decimos a los cristianos que necesitan la ayuda del Espíritu en oración, son muy aptos para pensar que no están bajo obligación de orar la oración de fe, hasta que sientan las influencias del Espíritu y esperen el espíritu de oración que llegue sin pedir y así tentar a Dios.

Antes de que consideremos el otro aspecto de los medios para promover un avivamiento, esto es, los medios para usarse con pecadores, quisiera mostrarles, que si viven sin el Espíritu, están sin excusa. La obligación de cumplir con su deber nunca descansa en la condición que tendremos primero la influencia del Espíritu, sino en los poderes de la agencia moral. Como agentes morales tenemos el poder de obedecer a Dios y estamos perfectamente obligados a obedecer, y la razón por la que no lo hacemos es que no estamos dispuestos. Las influencias del Espíritu son completamente un asunto de gracia. Si fuesen indispensables para permitirnos realizar el deber, su otorgamiento no sería un acto de gracia, sino un asunto de justicia común. Los pecadores no están obligados a arrepentirse porque tienen la influencia del Espíritu, o porque no pueden obtenerla, sino porque son agentes morales y tienen los poderes que Dios les requiere que ejerzan. Lo mismo en el caso de los cristianos. No están obligados a orar en fe porque tengan la influencia del Espíritu (excepto en los casos donde sus influencias en concebir un deseo constituya la evidencia de que es la voluntad de Dios conceder el objeto deseado), sino porque tienen evidencia. No están obligados a orar en fe excepto cuando tienen evidencia como el fundamento de su fe. Deben tener evidencia de las promesas, principio, o profecía, o providencia. Y donde tengan evidencia independiente de sus influencias, están obligados a ejercer la fe, tengan o no la influencia del Espíritu. Están obligados a ver la influencia y creer. El Espíritu es dado no para permitirles ver o creer, sino porque sin él, no verían, no sentirían ni actuarían como debieran. Tengo el propósito esta tarde de mostrar del texto:

I. Que los cristianos pueden ser llenos del Espíritu de Dios.

II. Que es su deber ser llenos del Espíritu.

III. Por qué no son llenos del Espíritu.

IV. La culpa de aquellos que no tienen el Espíritu de Dios para guiar sus mentes en deber y oración.

V. Las consecuencias que seguirán si son llenos del Espíritu.

VI. Las consecuencias si no lo son.

I. Voy a mostrar que ustedes pueden tener el Espíritu.

No porque sea un asunto de justicia para Dios el darles su Espíritu, sino porque ha prometido darlo a aquellos que lo pidan. "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" Si piden el Espíritu Santo, Dios ha prometido darlo.

Pero de nuevo, Dios les ha ordenado tenerlo. Dice en el texto, "Sed llenos del Espíritu", es la evidencia más elevada y posible de que podemos hacerlo. Para que Dios ordene es equivalente a un juramento que podemos hacerlo. No tiene derecho a ordenar a menos que tengamos el poder de obedecer. Sería Dios un tirano si ordenara aquello que es impracticable.

II. Voy a mostrar, segundamente, que es deber de ustedes.

1. Porque tienen promesa de ello.

2. Porque Dios lo ha ordenado.

3. Es esencial para el propio crecimiento de ustedes en gracia que deban ser llenos del Espíritu.

4. Es tan importante como el que ustedes deban santificarse.

5. Es tan necesario como el que deban ser útiles y buenos en el mundo.

6. Si no tienen el Espíritu de Dios en ustedes, deshonrarán a Dios, desacreditarán la iglesia, y morirán e irán al infierno.

III. ¿Por qué muchos no tienen el Espíritu?

Hay algunos, incluso profesantes de religión, que dirán "no sé acerca de esto; nunca tuve una experiencia así. Ya sea que es cierta o que yo esté mal". Sin duda, ustedes están mal si no saben nada sobre la influencia del Espíritu. Quiero presentarles unas cuantas razones que pueden prevenirlos de ser llenos del Espíritu.

1. Puede ser que vivan una vida de hipocresía. Sus oraciones no son sinceras ni con ahínco. No sólo es su religión una simple muestra externa, sin corazón, sino que no son sinceros en su relación con otros. De ese modo hacen tantas cosas para contristar al Espíritu para que no more en ustedes.

Un ministro se hospedó con una familia, y la señora de la casa estaba constantemente quejándose de que no estaba en paz y que nada parecía ayudarla. Un día unas señoras fueron a verla, y protestó que estaba muy ofendida porque nadie la había visitado antes, y les insistió que se quedaran a pasar el día, y declaró que no consentiría dejarlas ir. Ellas se excusaron, sin embargo, se fueron de la casa; tan pronto se fueron, ella le dijo a su sirviente que se preguntaba por qué esa gente tenía poca consideración como para siempre molestarla y quitarle el tiempo. El ministro oyó e inmediatamente la reprendió, y le dijo que podía ver ahora por qué no disfrutaba la religión. Era porque diario tenía el hábito de no ser sincera lo que claramente equivalía a mentir. Y el Espíritu de verdad no podía morar en un corazón así.

2. Otros tienen tanta frivolidad que el Espíritu no mora en ellos. El Espíritu es solemne, serio, y no morará con aquellos que ceden a la frivolidad imprudente.

3. Otros son tan orgullosos que no tienen el Espíritu. Son afectos al vestido, la vida de mucho mundo, los carros, la moda, etc., que con razón no son llenos del Espíritu. Y sin embargo, ¡tales personas aparentan estar perdidos para saber por qué es que ellos no gozan de la religión!

4. Algunos están tan inclinados al mundo, aman tanto las pertenencias y están tratando de ser ricos, que no pueden tener el Espíritu. ¿Cómo puede morar en ellos cuando sus pensamientos están en cosas del mundo, y todos sus poderes absorbidos en procurar riqueza? Y se agarran a ella cuando la obtienen, y sufren si son presionados por la conciencia para hacer algo por la conversión del mundo. Muestran cuánto aman al mundo en todas sus relaciones con otros. Cosas pequeñas lo muestran. Presionan al pobre, que hace algún trabajo para ellos, hasta pagar lo menos. Si están tratando a gran escala, es muy probable que sean generosos y justos porque es para su provecho. Pero si es una persona que no les importa, un trabajador, o un mecánico, o un sirviente, ustedes la explotarán lo más posible, sin importar lo que realmente vale la pena; y de hecho aparentan estar conscientes de eso, que no pueden dar más. Ahora se avergonzarían de tratar así con gente de su nivel porque se sabría y dañaría su reputación. Pero Dios lo sabe y lo tiene todo por escrito de que son avaros e injustos en sus tratos y no harán lo correcto, sólo cuando es de su interés. Ahora, ¿cómo pueden tales profesantes tener el Espíritu de Dios? Es imposible.

Hay multitudes de tales cosas, por las que el Espíritu de Dios es contristado. La gente le llama pecados pequeños, pero Dios no los llama así. Quedé pasmado con este pensamiento cuando vi un pequeño anuncio en el Evangelist. Los editores indicaron que tenían muchos miles de dólares en las manos de los suscriptores, con vencimientos, y que les costaría tanto como sería enviar a un agente a recogerlos. Me supongo que es lo mismo con otros periódicos religiosos, que los suscriptores, ya sea que ponen al editor en problemas y con gastos de enviar a un agente a recoger la deuda, o que le hagan trampa. Los hay sin duda, no sé cuántos, miles de dólares son retenidos de esta forma por profesantes de religión, sólo porque es en pequeñas cantidades, o porque no se les puede demandar. Y sin embargo, estas personas orarán, y parecerán muy piadosas, y se preguntarán por qué no pueden gozar la religión, y tener el Espíritu de Dios. Es esta relajación del principio moral, esta falta de conciencia por los asuntos pequeños, prevaleciente en la iglesia, que ahuyenta al Espíritu Santo. Pues, sería oprobio para que Dios more y tenga comunión con personas así, que sacan provecho y no le pagan a su prójimo sus deudas aunque pueden hacerlo y ser oprobio.

5. Otros no confiesan totalmente y no abandonan sus pecados, entonces no pueden disfrutar de la presencia del Espíritu. Confesarán sus pecados en términos generales, quizá, y estén listos para reconocer que son pecadores. O confesarán parcialmente algunos pecados particulares. Pero lo hacen con reserva, orgullo y cautela, como si tuvieran miedo de decir más de lo necesario; esto es, cuando confiesan a los hombres los daños hechos a ellos. Lo hacen de una forma que muestra que, en vez de hacerlo desde un corazón sincero, la confesión es exprimida por la mano de la conciencia que la retuerce. Si han lastimado a alguien, harán una retractación parcial, la cual es cruel, hipócrita y de duro corazón, y entonces preguntarán, ¡ahora hermano, ¿estás satisfecho? Y saben que será difícil para una persona que diga que no está satisfecha. Saben si han hecho una confesión completa y honesta, y echándose la culpa que les pertenece. Si sus confesiones han sido restringidas y exprimidas de parte de ustedes, suponen que ¿pueden burlar a Dios? "El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia". "El que se humilla será enaltecido". Si uno no se presenta y confiesa sus pecados honestamente y repara donde se ha hecho el daño, no tienen derecho a esperar el espíritu de oración.

6. Otros están descuidando algún deber conocido y esa es la razón por la que no tienen el Espíritu. Uno no ora por su familia, aunque sepa que debe hacerlo, y sin embargo ¡está tratando de conseguir el espíritu de oración! Hay muchos jóvenes que sienten en su corazón que deben prepararse para el ministerio, y no tienen el espíritu de oración porque tienen algún objeto mundano a la vista, que previene dedicarse a la obra. Han conocido su deber y rehúsan hacerlo, y ahora están orando por la dirección del Espíritu de Dios. No pueden tenerla. Uno ha descuidado hacer una profesión de la religión. Conoce su deber, pero rehúsa ingresar a la iglesia. Alguna vez tuvo el espíritu de oración, pero el descuidar su deber ahuyentó al Espíritu. Y ahora cree que podría una vez más gozar la luz de la aprobación de Dios, y que sus evidencias se renueven, haría su deber, e ingresaría a la iglesia. Y de ese modo está orando por ella de nuevo, y tratando de traer a Dios con los términos de esa persona para que le conceda su presencia. No necesitan esperarlo. Viven y mueren en oscuridad a menos que estén dispuestos primero a cumplir su deber, antes de que Dios se manifieste él mismo como reconciliado con ustedes. Es en vano decir, que ustedes se presentarán si les muestra Dios primero la luz de su aprobación. Nunca lo hará en tanto vivan; los dejará morir sin ella si rehúsan cumplir con su deber.

He sabido de mujeres que sintieron que deberían hablar con sus esposos inconversos, y orar con ellos, pero lo han descuidado, así que se meten en oscuridad. Sabían su deber y rehusaron cumplirlo, y pasaron de lado, y perdieron el espíritu de oración.

Si han descuidado cualquier deber conocido, y perdieron de ese modo el espíritu de oración, deben rendirse primero. Dios tiene una controversia con ustedes; han rehusado obedecer a Dios, y deben retractarse. Pudieron olvidarla, pero no Dios, y deben disponerse a traerla a su memoria, y arrepentirse. Dios no cederá ni concederá su Espíritu hasta que se arrepientan. Si tuviera un ojo omnisciente ahora, podría decir los nombres de las personas en esta congregación que han descuidado algún deber conocido, o han cometido algún pecado, del que no se han arrepentido, y ahora están orando por el espíritu de oración, pueden pero no tienen éxito en obtenerlo.

Contaré un caso para ilustrar esto. Un buen hombre en la parte oeste de este estado por mucho tiempo había sido un cristiano comprometido, y hablaba a la iglesia adormecida con la cual estaba relacionado. Con el tiempo, la iglesia se ofendió y perdió la paciencia, y muchos le dijeron que los dejara en paz, que pensaban que no les hacía ningún bien. Les tomó la palabra, y todos se fueron a dormir, y así estuvieron por dos o tres años. Con el tiempo, un ministro llegó y empezó un avivamiento, pero este anciano parecía que había perdido su espiritualidad. Había hecho buenas obras pero ahora las retenía. A todos les pareció extraño. Finalmente mientras se iba a casa una de esas noches, la verdad de la situación destelló en su mente, y se llenó de desesperación por unos minutos. Sus pensamientos estaban dirigidos hacia aquella resolución pecaminosa de dejar a la iglesia en paz en sus pecados. Sintió que ningún lenguaje podría describir las tinieblas de ese pecado. Se dio cuenta en ese momento lo que se iba a perder y que Dios tenía algo en contra de él. Vio que había sido un espíritu malo el que había causado la resolución de dejar a la iglesia en paz en sus pecados. El mismo que le causó a Moisés decir "rebeldes". Se humilló de inmediato y Dios derramó su Espíritu sobre él. Quizá algunos de ustedes que me escuchan están en esa situación. Han dicho algo provocador o poco amable a alguien. Quizá fue por malhumor hacia un sirviente que era cristiano. O quizá hablaron mal de algún ministro o de otra persona. Quizá han estado enojados porque no se han tomado en cuenta sus opiniones o su dignidad ha sido herida. Examinen exhaustivamente y vean si no pueden averiguar el pecado. Quizá lo han olvidado, pero Dios no lo ha olvidado, y no olvidará la conducta no cristiana hasta que se arrepientan. Dios no puede pasarla por alto. No haría nada de bien si lo debiera. ¿Qué bien se haría si el pecado siguiera en su corazón?

7. Quizá han resistido al Espíritu de Dios. Quizá están tienen la costumbre de resistir al Espíritu. Resisten la convicción. Al predicar, cuando algo se ha dicho que les concierne se han levantado en su corazón en contra y lo han resistido. Muchos están dispuestos a escuchar una predicación clara y que examine siempre y cuando se aplique a otros; un espíritu misantrópico los hace tener satisfacción en escuchar a otros que examinan y reprenden, pero si la verdad los tocara, directamente gritarían que es personal y abusivo. ¿Es su caso?

8. El hecho es que no desean por lo regular el Espíritu. Esto es cierto en cada caso en el que no tienen el Espíritu. No me equivoco aquí. Quiero que discriminen cuidadosamente. Nada es más común que la gente desee algo a crédito, que por lo regular no escogerían. Una persona puede ver un artículo en una tienda que desea comprar, y va pregunta por el precio, y lo piensa un poco, y por lo regular no lo compra. Desea el artículo, pero no le gusta el precio, o no quiere gastar, de modo que no lo compra. Esa es la razón que no lo compra. Lo mismo hay personas que puedan desear el Espíritu de Dios en algunos casos; desde una consideración al gozo y consuelo de corazón que trae. Si saben lo que es por una experiencia anterior para tener comunión con Dios, y cuan dulce es deshacerse en penitencia y ser lleno del Espíritu, no pueden más que desear una devolución de esos gozos. Y quizá se preparan denodadamente a orar por eso, y oran por un avivamiento de religión. Pero por lo regular no están dispuestos a que venga. Tienen tanto por hacer que no pueden acudir a él. O les requerirá muchos sacrificios que no pueden soportar tenerlo. Hay algunas cosas que no están dispuestas a ceder. Ven que si desean tener el Espíritu de Dios para que more en ustedes, deben llevar una vida diferente, deben dejar al mundo, deben hacer sacrificios, deben romper con sus socios mundanos, hacer confesión de pecados. Y entonces por lo regular no escogen que venga a menos que consientan que habite con ustedes y los deje vivir como quieren, pero no hará eso.

9. Quizá no oran por el Espíritu, u oran y no usan ningún medio, u oran y no actúan consistentemente con sus oraciones. O usan los medios calculados para resistirlos. O piden, y tan pronto llega y empieza a afectar su mente, lo contristan de inmediato, lo ahuyentan y no caminan con él.

IV. Voy a mostrar la gran culpa de no tener el Espíritu de Dios.

1. Su culpa es tan grande como es la autoridad de Dios, la cual les ordena que sean llenos del Espíritu. Dios lo ordena, y hay tanta desobediencia de los mandamientos de Dios, como el maldecir profanamente, o robar, o cometer adulterio, o romper el día de reposo. Piénsenlo. Y sin embargo, hay muchos que no se culpan a sí mismos por no tener el Espíritu. Hasta piensan que son cristianos bastante piadosos porque van a las reuniones de oración, participan del sacramento, y todo eso, aunque vivan año tras año sin el Espíritu de Dios. Ahora, vean que el mismo Dios que dice "no os embriaguéis", también dice "sed llenos del Espíritu". Todos ustedes dicen, si un hombre es un asesino, o ladrón, no es cristiano. ¿Por qué? Porque vive en una desobediencia habitual hacia Dios. Entonces si él maldice, no tienen ustedes ninguna caridad por él. No le permitirían que argumentara que su corazón está bien y que sus palabras no son nada, que a Dios no le importan nada las palabras. Verían que sería escandaloso tener a un hombre así en la iglesia, o que tuvieran la compañía de gente así que aparentan llamarse una iglesia de Cristo. Y sin embargo, no viven más en desobediencia que ustedes, que viven sin el espíritu de oración y sin la presencia de Dios.

2. Su culpa es igual a todo el bien que pudieran hacer si tuvieran el Espíritu de Dios tanto en gran medida como en su deber de tenerlo, y como pudieran tenerlo. Ustedes, ancianos de esta iglesia, ¿cuánto bien podrían hacer, si tuvieran al Espíritu? Y ustedes, maestros de escuela dominical, cuánto bien podrían hacer; y ustedes miembros de la iglesia, también, si fuesen llenos del Espíritu, podrían hacer gran bien, bien infinito. Pues bien, su culpa es así de grande. Son enteramente responsables ante la iglesia y Dios por todo ese bien que pudieran hacer. Un hombre es responsable por todo el bien que puede hacer.

3. Su culpa es medida aún más por todo el mal que hacen en consecuencia de no tener el Espíritu. Ustedes son una deshonra para la religión. Son piedra de tropieza a la iglesia y al mundo. Y su culpa es intensificada por todas las varias influencias que ejercen. Y se probará en el día del juicio.

V. Las consecuencias de tener el Espíritu.

1. Los llamarán excéntricos; y probablemente lo merecerán. Nunca he conocido a una persona que fuera llena del Espíritu que no la llamaran excéntrica. Y la razón es que son diferentes a otros. Esto es siempre un término de comparación. Hay por tanto las mejores razones por las que tales personas deban parecer excéntricas. Actúan bajo influencias diferentes, toman posturas diferentes, son movidas por motivos diferentes, guiadas por un espíritu diferente. Deben esperar tales expresiones. Cuán seguido he oído la observación con respecto a tales y tales personas, "es un muy buen hombre, pero algo excéntrico". A veces he preguntado por los detalles; ¿en qué consiste la excentricidad? Oigo un reportorio, y la equivalencia es que es espiritual. Pónganse de acuerdo para esto de ser excéntrico. Hay tal cosa como excentricidad afectada. ¡Horrible! Pero hay tal cosa como estar imbuido con el Espíritu de Dios que tienen que actuar y actuarán viéndolos raros y excéntricos por aquellos que no entienden las razones de su conducta.

2. Si tienen mucho del Espíritu de Dios, es muy probable que muchos los consideren trastornados. Juzgamos a los hombres como trastornados cuando actúan distinto a lo que pensamos que es prudente y según el sentido común, y cuando ellos llegan a conclusiones por las que no vemos buenas razones. Pablo fue acusado de estar trastornado por aquellos que no entendían su postura de las cosas bajo las que actuaba. Sin duda, Festo pensó que el hombre estaba loco, y que las muchas letras lo habían enloquecido. Pero Pablo dijo, "no estoy loco, excelentísimo Festo". Su conducta era muy rara, muy diferente, que Festo pensó que era enloquecimiento. Pero la verdad era que Pablo sólo vio el asunto tan claro que dejó toda su alma ahí. Estaban a oscuras totalmente con respecto al motivo por el cual él era impulsado. No es por ningún motivo poco común. Multitudes han aparecido a aquellos que no tienen espiritualidad como si estuviesen trastornados. Pero vieron buenas razones para hacer lo que hicieron. Dios estaba guiando sus mentes a actuar de tal manera que aquellos que no eran espirituales no podían ver las razones. Deben decidirse a eso y mucho más, como vivir más por encima del mundo y caminar con Dios.

3. Si tienen el Espíritu de Dios, deben esperar sentir gran aflicción por la iglesia y el mundo. Algunos epicúreos espirituales piden por el espíritu porque creen que los hará perfectamente felices. Algunas personas creen que los cristianos espirituales son siempre muy felices y están libres de tristeza.

Nunca ha habido tan grande error. Lean sus Biblias y vean cómo los profetas y los apóstoles siempre estaban gimiendo y angustiados por el estado de la iglesia y el mundo. El apóstol Pablo dice que siempre llevaba en su cuerpo la muerte de Jesús. "Cada día muero", decía. Sabrán lo que es simpatizar con el Señor Jesús, y ser bautizado con el bautismo con el que él fue bautizado, ¡Oh, cómo agonizaba por el estado de los pecadores! ¡Cómo tenía dolores de parto en su alma por la salvación de ellos! Mientras más tengan de ese Espíritu, más claramente verán el estado de los pecadores, y más profundamente estarán acongojados por ellos. Muchas veces sentirán como si no pudieran vivir por la situación de ellos; su angustia será inexplicable. Pablo dice en Ro. 9:1-3: "Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne".

4. Muy seguido estarán dolidos con el estado del ministerio. Hace unos años conocí a una mujer que pertenecía a una de las iglesias en esta ciudad. Le pregunté sobre el estado de la religión de aquí. Parecía no estar dispuesta a decir mucho, hizo algunas observaciones generales, y entonces se sofocó, y sus ojos se anegaron, y dijo, "Oh, la mente de nuestro ministro parece estar en tinieblas". Cristianos espirituales se sienten seguido así, y lloran por eso. He visto mucho de eso, y seguido encuentro cristianos que lloran y gimen en secreto, por ver la oscuridad en las mentes de ministros referente a la religión, su mundanalidad y temor del hombre, pero no se atreven a hablarlo, excepto si son denunciados y amenazados, y quizá echados de la iglesia. No digo estas cosas con crítica para reprochar a los hermanos, sino porque son ciertas. Y los ministros deberían saber que nada es más común que cristianos espirituales sientan la carga y se angustien por el estado del ministerio. No quiero provocar ningún sentimiento equivocado hacia los ministros, pero es tiempo que se sepa que los cristianos seguido tienen posturas espirituales de las cosas, y sus almas son encendidas, y se dan cuenta que su ministro no encaja con sus sentimientos, que está muy debajo del patrón de lo que debe ser, y muy por debajo en espiritualidad de los miembros de la iglesia. Esto es uno de los peores males prominentes, profundos y deplorables del presente. La piedad del ministro, aunque real, es tan superficial, en muchas instancias, que la parte espiritual de la iglesia siente que los ministros no simpatizan con ellos. Su predicación no responde a sus necesidades, no los alimenta, no satisface su experiencia. El ministro no tiene la suficiente profundidad de experiencia religiosa para saber buscar y despertar a la iglesia; para ayudar a aquellos en tentación, apoyar a los débiles, dirigir a los fuertes, y guiarlos a través de todos los laberintos con los que se pueden topar en sus caminos. Cuando un ministro ha ido con la iglesia tan lejos como va la experiencia en el ejercicio espiritual, ahí se detiene; y hasta que tiene una experiencia renovada, hasta que se vuelva a convertir, su corazón es quebrantado nuevamente, y se prepara en la vida divina y experiencia cristiana, no los ayudará más. Puede predicar doctrina sana y también lo haría un ministro inconverso, pero, después de todo, a su predicación le falta esa búsqueda aguda, ese comportamiento práctico, esa unción que por sí sola alcanza el caso de un cristiano en pos de la espiritualidad, es un hecho por el cual la iglesia está gimiendo, que la piedad de los jóvenes sufre tanto en el curso de su educación, que cuando entran al ministerio, no obstante cuánto accesorio intelectual posean, están en un estado de infancia espiritual. Carecen de lactancia, que se les alimente en vez de alimentar la iglesia de Dios.

5. Si tienen mucho del Espíritu de Dios, deben hacerse de la idea de tener mucha oposición, tanto en la iglesia como en el mundo. Muy posible los dirigentes en la iglesia se les opondrán. Siempre ha habido oposición en la iglesia. Así fue cuando Cristo estuvo en la tierra. Si están por encima del estado de sentimiento, los miembros de la iglesia se les opondrán. Si cualquier hombre vive piadosamente en Cristo Jesús, debe esperar persecución. Seguido los ancianos, incluso el ministro, se les opondrán, si están llenos del Espíritu de Dios.

6. Deben esperar muy frecuentemente conflictos agonizantes con Satanás, quien tiene muy pocos problemas con esos cristianos que no son espirituales, sino tibios, perezosos y tras un modo de pensar como del mundo. Y tales no entienden lo que se dice sobre conflictos espirituales. Quizá sonrían cuando tales cosas se mencionan. Y así el diablo los deja en paz. No lo molestan, ni él a ellos. Pero los cristianos espirituales, que entiende él muy bien, le hacen un gran daño, y por tanto, se apresta contra ellos. Tales cristianos a menudo tienen conflictos terribles. Tienen tentaciones nunca antes pensadas, pensamientos blasfemos, ateísmo, sugerencias para hacer obras inicuas, para destruir sus propias vidas, y demás. Si son espirituales, pueden esperar estos conflictos terribles.

7. Tendrán mayores conflictos con ustedes mismos de lo que pensaron. A veces encontrarán sus propias corrupciones que hacen un avance extraño contra el Espíritu. "El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne". Un cristiano así seguido es arrojado hacia la consternación al poder de sus propias corrupciones. Uno de los comodoros en Estados Unidos era, eso me dijeron, un hombre espiritual; y su pastor me dijo que supo que ese hombre se echaba en el piso y gemía gran parte de la noche, en conflicto con sus propias corrupciones, y clamaba a Dios en agonía para romper el poder de la tentación. Parecía como si el diablo estuviera determinado a arruinarlo; y sus propios sentimientos, por el momento, casi estaban asociados con el diablo.

8. Pero tendrán paz con Dios. Si la iglesia, y los pecadores, y el diablo se les oponen, habrá uno con quien tendrá paz. Dejen que aquellos llamados a estas pruebas y conflictos, y tentaciones, y que gimen, oran y lloran, y quebrantan sus corazones, recuerden esta consideración: la paz de ustedes, en lo que se refiere a sus sentimientos hacia Dios, fluirá como un río.

9. Igualmente su conciencia estará en paz si son guiados por el Espíritu. No serán constantemente aguijoneados y mantenidos en la tempestad por una conciencia culpable. Su conciencia estará tranquila y quieta, serena como un lago de verano.

10. Si son llenos del Espíritu, serán útiles. Incluso si estuviesen enfermos, y no pudieran salir de su cuarto, o platicar, y no vieran a nadie, serían diez veces más útiles que un ciento de aquellos tipos de cristianos comunes que no tienen espiritualidad. Para darles una idea de esto, les relataré una anécdota. Un hombre piadoso en la parte oeste de este estado estaba enfermo de tuberculosis. Era pobre y estaba enfermo de años. Un comerciante inconverso del lugar tenía un corazón afable, y le enviaba de vez en cuando algo para confortarlo, o para su familia. Se sintió agradecido por su bondad, pero no podía reciprocarle como quería. Con el tiempo determinó que la mejor manera sería orar por su salvación; empezó a orar, y su alma se encendió, y se agarró de Dios. Ahí no hubo ningún avivamiento, pero poco a poco, el comerciante se convirtió. El fuego se encendió por todo el lugar, y siguió un avivamiento poderoso y multitudes se convirtieron.

Este pobre hombre siguió así por varios años y falleció. Luego de su muerte, visité el lugar, y su viuda puso su diario en mis manos. Entre otras cosas, decía en su diario: "Estoy familiarizado con treinta ministros e iglesias". Entonces apartó varias horas al día y a la semana para orar por estos ministros e iglesias, y también en ciertas temporadas para orar por distintas misiones. Luego siguen, bajo fechas diferentes, hechos como éstos: "Hoy", pone la fecha, "he podido ofrecer lo que llamo la oración de fe para el derramamiento del Espíritu en la iglesia tal, y confío en Dios que pronto habrá ahí un avivamiento". Bajo otra fecha, "he podido hoy ofrecer la oración de fe por tal y tal iglesia y confío que ahí habrá un avivamiento". Y así hizo por un gran número de iglesias, registrando el hecho que había orado por ellas en fe de que un avivamiento pudiera pronto prevalecer en ellas. De las misiones, si bien recuerdo, menciona una misión en particular en Ceilán. Creo que el último lugar por el que ofreció oración fue en el que vivía. No pasó mucho tras notar estos hechos en su diario que el avivamiento comenzó y se propagó por toda la región del país, casi, si no todo, creo yo, en el orden que había mencionado en su diario; y a su debido tiempo, las noticias llegaron de Ceilán de que ahí hubo un avivamiento. El avivamiento de su propio pueblo no comenzó sino hasta después de su muerte. Su comienzo fue en el tiempo cuando su viuda puso en mis manos el documento al cual me refiero. Me dijo ella que estaba él tan agitado en oración durante su enfermedad que seguido ella temía que oraría él mismo hasta morirse. El avivamiento fue grandioso y poderosísimo en toda la región; y el hecho de que se trataba de prevalecer no se había ocultado de este siervo de Dios. Según su palabra, el secreto del Señor está con ellos que le temen. De este modo, este hombre, muy frágil en su cuerpo para salir de su casa, fue sin embargo más útil al mundo y a la iglesia de Dios que todos esos profesantes sin corazón del país. Estar de pie entre Dios y las desolaciones de Sion, y derramar su corazón en oración que cree, como un príncipe tuvo el poder con Dios y prevaleció.

11. Si son llenos del Espíritu, no se hallarán ustedes mismos angustiados, e irritados, y preocupados, cuando la gente hable contra ustedes. Cuando encuentro gente irritada y molesta por cualquier cosa pequeña que les toca, estoy seguro que no tienen el Espíritu de Cristo. Se pudo haber dicho todo lo que la malicia pudiera inventar de Jesucristo, y sin embargo, él no se perturbó. Si quieren ser mansos bajo persecución, y ejemplificar el temperamento del Salvador, y honrar la religión de ese modo, necesitan ser llenos del Espíritu.

12. Serán sabios en usar los medios para la conversión de pecadores. Si el Espíritu de Dios está en ustedes, los guiará a usar los medios sabiamente, de una forma adaptada al fin y evitar hacer daño. Ningún hombre que no está lleno del Espíritu de Dios está apto para ser empleado en dirigir las medidas adoptadas en un avivamiento. Sus manos estarán torpes, sin poder agarrarse, y actuarán como si no tuvieran sentido común. Pero un hombre que es guiado por el Espíritu sabrá cómo regular sus medidas bien, y cómo distribuir la verdad Divina para un mejor provecho.

13. Estarán calmados bajo aflicción; no se arrojarán a la confusión o consternación cuando vean que una tormenta viene sobre ustedes. La gente alrededor se sorprenderá por su tranquilidad y alegría bajo pruebas pesadas, sin saber los apoyos internos de aquellos llenos del Espíritu.

14. Serán renunciados en muerte; siempre se sentirán preparados para morir; no tendrán miedo de morir, y después de la muerte, serán proporcionalmente felices por siempre en el cielo.

VI. Consecuencias de no ser llenos del Espíritu.

1. Seguido dudarán, y dudarán razonablemente si son cristianos. Tendrán dudas, y deben tenerlas. Los hijos de Dios son guiados por el Espíritu de Dios. Y si no son guiados, ¿qué razón tienen para pensar que son hijos? Tratarán de hacer que la poca evidencia recorra más distancia para sostener sus esperanzas, pero no lo pueden hacer, a menos que su conciencia sea cauterizada con hierro incandescente. No pueden evitar ser sumergidos seguido en duda dolorosa e incertidumbre sobre su estado. Ro. 8.9: "Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". 2 Co. 13:5: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?"

2. Siempre estarán intranquilos con sus puntos de vista sobre la oración de fe. La oración de fe es algo tan espiritual, un asunto de experiencia y no de especulación, que al menos que sean ustedes espirituales, no la entenderán plenamente. Podrán hablar mucho sobre la oración de fe, y por el momento convencerse de ella, y poco después no estarán seguros. Supe de un caso curioso de un hermano ministro. Me dijo: "cuando tengo el Espíritu de Dios, y disfruto de su presencia, creo firmemente en la oración de fe, pero cuando no lo tengo, me encuentro dudando si eso existe, y mi mente me ofrece objeciones". Sé, desde mi propia experiencia, lo que es, y cuando oigo a personas levantar objeciones a esa posición de la oración que he presentado en estas conferencias, entiendo muy bien cuál es su dificultad, y seguido veo que es imposible satisfacer sus mentes, mientras estén lejos de Dios; cuando al mismo tiempo lo entenderían ellos mismos, sin argumento, cuando la hayan experimentado.

3. Si no tienen el Espíritu, estarán muy aptos para tropezarse con aquellos que lo tienen. Dudarán la propiedad de su conducta. Si parecen sentir bastante más que ustedes, seguro que lo llamarán sentimiento animal. Quizá duden de su sinceridad cuando tengan tales sentimientos. Dirán: "no sé qué pensar de un hermano así; parece ser muy piadoso, pero no lo entiendo, creo que tiene bastante de sentimiento animal". Así estarán tratando de censurarlo, por el propósito de justificarse ustedes mismos.

4. Su reputación será de impenitente, con profesantes carnales. Los alabarán, como un cristiano racional, ortodoxo y consistente. Serán sólo ese marco mental para caminar con ellos por estar ustedes en concordancia.

5. Se perturbarán grandemente con temores sobre fanatismo. Cuando haya avivamientos, verán en ellos una fuerte tendencia al fanatismo, y serán llenos de lágrimas y ansiedad o más de la oposición a ellos.

6. Se perturbarán mucho por las medidas usadas en avivamientos. Si cualquiera de las medidas es adoptada, que se decidan y sean directas, se pensará que son todas "nuevas", y se tropezará con ellas en proporción a la falta de espiritualidad de ustedes. No ven la apropiación de ustedes. Estarán ahí y pondrán reparos a las medidas porque están tan ciegos que no pueden ver su adaptabilidad, mientras en el cielo se regocijan en ellos como los medios de salvar almas.

7. Serán un reproche para la religión. Los impenitentes a veces los alabarán porque son ustedes muy parecidos a ellos, y a veces se reirán de ustedes por son unos hipócritas.

8. Sabrán poco de la Biblia.

9. Si mueren sin el Espíritu, caerán en el infierno. No puede haber duda de eso. Sin el Espíritu nunca estarán preparados para el cielo.

OBSERVACIONES.

1. Los cristianos son tan culpables por no tener el Espíritu, como son los pecadores por no arrepentirse.

2. Son aún más. Como ellos tienen más luz, más culpables son.

3. Todos los seres tienen derecho a quejarse de los cristianos que no están llenos del Espíritu. No están ustedes haciendo la obra de Dios, tiene él el derecho a quejarse. Ha puesto su Espíritu a la disposición de ustedes, y no lo tienen, tiene derecho a verlos y hacerlos responsables por todo el bien que pudieron hacer, si lo tuvieran. Están pecando contra el cielo, porque deberían estar añadiendo a sus filas felices. Los pecadores, la iglesia, ministros, tienen derecho a quejarse.

4. Están en lo correcto en el camino de la obra del Señor. Es en vano que un ministro trate de obrar por encima de ustedes. Los ministros gimen y luchan, se desgastan en vano, tratando de hacer bien donde hay una iglesia que vive para que no tenga el Espíritu del Señor. Si el Espíritu se derrama en cualquier momento, la iglesia lo ahuyentará de inmediato. De ese modo puede que aten las manos y rompan el corazón de su ministro, y lo dañen y quizá lo maten, porque ustedes no están llenos del Espíritu.

5. Vean por qué los cristianos necesitan el Espíritu, y el grado de la dependencia de ustedes. Esto no puede exhibirse fuertemente.

6. No tienten a Dios por esperar su Espíritu, mientras no usan medios para procurar su presencia.

7. Si se proponen tener el Espíritu, deben ser como niños, rendirse a sus influencias--tan sometidos como aire. Si los lleva a orar, deben dejar todo para rendirse a su porfía gentil. Sin duda a veces han sentido el deseo de orar por algún objetivo, y lo han pospuesto y resistido, y Dios los ha dejado. Si quieren permanecer, deben rendirse a sus proposiciones más suaves y gentiles, y observar para aprender lo que les dice qué hacer, y someterse a su guía.

8. Los cristianos deben estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio para disfrutar de la presencia del Espíritu. Una mujer de sociedad dijo de un profesante de religión, "ya sea que debo dejar de escuchar a ese ministro o debo dejar mi alegre compañía". Dejó la predicación y se alejó. ¡Cuán distinto a otro caso!

Una mujer del mismo nivel oyó predicar al mismo ministro y se fue a su casa y resolvió abandonar su manera alegre y mundana de vivir--despidió a la mayoría de sus visitas, cambió su modo de vestir, ajuar, modo de vida, y de platicar, de tal suerte que sus amigos mundanos y alegres pronto estuvieron dispuestos a dejarla al gozo de la comunión con Dios, y libre de pasar tiempo en hacer el bien.

9. Ven por esto, que debe ser muy difícil para aquellos de vida de elegancia irse al cielo. ¡Qué calamidad para aquellos en esos círculos! ¿Quién puede disfrutar de la presencia de Dios en ellos?

10. Vean cuán alocados están aquellos que están amontonándose para estar en esos círculos, ampliando sus casas, cambiando su estilo de vida, muebles, etc. Es como treparse a un mástil y aventarse al mar. Para disfrutar a Dios, uno debe bajar, no subirse. Dios no está ahí, entre la vida estirada y de adulación de la clase alta.

11. Muchos profesantes de religión están tan ignorantes de espiritualidad como fue Nicodemo del nuevo nacimiento. Son ignorantes, y me temo, inconversos. Si cualquiera habla con ellos sobre el espíritu de oración, es álgebra para ellos. El caso de tales profesantes de religión es horrible. ¡Qué distinto fue el carácter de los apóstoles! Lean la historia de sus vidas, lean sus cartas, y verán que siempre fueron espirituales, y caminaron a diario con Dios. Pero ahora ¡qué poco hay de esa religión! "Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" Pongan a algunos de estos profesantes a trabajar en un avivamiento, y no saben qué hacer, no tienen energía, ninguna habilidad, y no dan ninguna impresión. Cuando se pongan a trabajar ellos mismos, ¿se llenarán del Espíritu? Si pudiera ver a esta iglesia llena del Espíritu, no preguntaría nada para mover esta masa de mentes. No pasarían dos semanas antes de que el avivamiento se propagara por esta ciudad.

 

 

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