LA VERDAD DEL EVANGELIO

 CONFERENCIAS SOBRE AVIVAMIENTOS DE RELIGIÓN

por el Rdo. CHARLES G. FINNEY

 

CONFERENCIA XVIII

 

DIRECCCIONES PARA PECADORES

 

TEXTO -- ¿qué debo hacer para ser salvo? --Hechos 16:30.

 

Éstas son las palabras del carcelero en Filipo, la pregunta que hizo a Pablo y Silas, quienes estaban entonces bajo su cuidado como prisioneros. Satanás se había opuesto de muchas maneras a estos siervos de Dios en la obra de predicar el Evangelio, y había sido derrotado y desacreditado. Pero aquí en Filipo, hizo un proyecto nuevo y peculiar para frustrar los trabajos de ellos. Había una cierta mujer que estaba poseída con espíritu de adivinación, o en otras palabras, el espíritu del diablo, y daba a sus amos mucha ganancia por su adivinación. El diablo hizo que esa mujer siguiera a Pablo y Silas por las calles, y tan pronto como empezaban a tener la atención de la gente, llegaba y gritaba "estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación". Es decir, secundó las exhortaciones de los predicadores, y añadió su testimonio como si diera peso adicional a las instrucciones de ellos. El efecto fue lo que Satanás quería. Toda la gente sabía que era una mujer perversa y vulgar, y cuando ellos la oían que intentaba recomendar esa predicación nueva, se molestaban y concluían que eran del mismo tipo. El diablo sabía que no le haría ningún bien, pero ayudaría a la causa de ellos poniendo a una persona así para oponerse a la predicación de los apóstoles, o hablar en contra. El tiempo había pasado para que se tuviera éxito. Y, por tanto, vino de otra forma y tomó el lado opuesto, al ponerla a ella a alabarlos como siervos de Dios, y llevar su testimonio contaminado a favor de las instrucciones de ellos, guio a la gente a suponer que los apóstoles eran del mismo tipo que ella y que tenían el mismo espíritu que ella, y así todos sus esfuerzos serían frustrados. Pablo vio que si las cosas seguían así, se desconcertaría totalmente y nunca tendría éxito en establecer una iglesia en Filipo. Y se volvió y le ordenó al espíritu inmundo, en el nombre de Jesucristo, que saliera de ella. Cuando sus amos vieron que las esperanzas de sus ganancias se habían ido, surgió una gran persecución, agarraron a Pablo y Silas, se hizo gran alboroto fueron llevados ante los magistrados, y se levantó tal clamor que los magistrados los encerraron en prisión y les aseguraron los pies en el cepo.

Así, pensaron que habían apagado el entusiasmo, pero a media noche Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas, y los prisioneros los oían. Esa vieja prisión de tiempo atrás había hecho eco de la voz de blasfemias e insultos, ahora resonaba con alabanzas a Dios, y esas paredes, que habían estado muy firmes, ahora se sacudían bajo el poder de la oración. Las cadenas se soltaron, las puertas se abrieron, y las ataduras se rompieron. El carcelero se despertó, y cuando vio las puertas abiertas de la prisión, como si supiera que los prisioneros habían escapado, debía pagar con su vida, sacó su espada y estaba a punto de matarse, pero Pablo que no tenía la intención de escapar, clamó instantáneamente a él: "no te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí". Y el carcelero pidió luz, se precipitó adentro, temblando se postró ante sus prisioneros, Pablo y Silas, y los sacó y les dijo "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?"

En mi última conferencia, me centré en las instrucciones falsas dadas a los pecadores bajo convicción, los consuelos falsos muy frecuentemente dados, y las instrucciones erróneas que tales personas reciben. Mi plan esta noche es mostrar qué instrucciones deben darse a los pecadores ansiosos para su conversión rápida y eficaz. En otras palabras, explicarles qué respuesta debe darse a aquellos que preguntan "¿qué debo hacer para ser salvo?" Al hacerlo, propongo:

I. Mostrar lo que no es una dirección apropiada que se da a pecadores cuando hacen la pegunta en el texto.

II. Mostrar qué es una respuesta apropiada a la pregunta.

III. Especificar varios errores que los pecadores ansiosos están aptos para caer en ellos.

I. Voy a mostrar cuáles no son las direcciones apropiadas que se dan a los pecadores ansiosos.

Ninguna otra pregunta ha sido más importante que ésta: ¿qué debo hacer para ser salvo?" La humanidad está apta para preguntar "¿qué comeré?, ¿qué beberé?", y la pregunta puede contestarse de varias maneras con poco riesgo, pero cuando el pecador pregunta con seriedad "¿qué debo hacer para ser salvo?", es de suma importancia que deba recibir la respuesta correcta. Es mi deseo esta noche decirles, profesantes de religión, qué responder a esa pregunta, y decirles, quiénes son pecadores, qué deben hacer para ser salvos.

1. No debe darse ninguna dirección que lo deje en hiel de amargura y prisión de maldad. Ninguna respuesta para darse es apropiada, con la que, si él obedece, no se va al cielo, si muere en ese momento.

2. Ninguna dirección debe darse si no incluye un cambio de corazón, o un corazón recto, o una obediencia sincera a Cristo. En otras palabras, nada es apropiado, que no implique de hecho volverse cristiano. Cualquier dirección que se quede corta en esto no es de utilidad. No lo llevará más cerca del reino, no le hará bien, sino sólo lo llevará a postergar cada cosa que debe hacer a fin de ser salvo. Se le debe decir al pecador abiertamente, de una vez, lo que debe hacer, o morirá; y nada se le debe decir que no incluya un estado correcto de corazón. Lo que hagas, pecador, que no incluya un corazón recto, es pecado. Lean su Biblia o no, es pecado mientras sigan en rebelión. Vayan a una reunión, o se alejen, oren o no, no es nada más que rebelión a cada momento. Es sorprendente que un pecador deba suponer él mismo hacer los servicios de Dios cuando ora y lee su Biblia. ¿Acaso debe un rebelde contra este gobierno leer el libro de estatutos, mientras siga en rebelión, y no tenga planes de obedecer?, ¿debe pedir indulto, mientras sostiene sus armas de resistencia y guerra?, ¿pensarían de él que hace un servicio a su país, poniéndolas bajo las obligaciones de mostrársele favor? No, dirían que toda su lectura y oración fueron sólo un insulto a la majestad del legislador y la ley. Así, tú, pecador, mientras sigas impenitente, estás insultando a Dios poniéndolo en provocación, leas su palabra y ores, o no lo hagas. No importa qué lugar o en qué posición tu cuerpo esté, de rodillas, o en la casa de Dios, mientras tu corazón no sea recto, mientras resistas al Espíritu Santo, y rechaces a Cristo, eres un rebelde contra tu Creador.

II. Voy a mostrar cuál es la respuesta apropiada a la pregunta ¿qué debo hacer para ser salvo?

Generalmente se le puede dar al pecador cualquier dirección, o decirle que haga cualquier cosa que incluya un corazón recto, y si lo entiende, y lo hace, será salvo. El Espíritu de Dios, al contender con pecadores, acomoda sus contiendas al estado mental en el que ellos se encuentran. Su gran objetivo al contender con ellos es sacarlos de sus escondrijos, y llevarlos a rendirse a Dios de inmediato. Ahora esas objeciones y dificultades, estados mentales, son tan variadas como las circunstancias de la humanidad, tantas como hay individuos. Los caracteres de los individuos son de una diversidad interminable. Lo que debe hacerse con cada uno, y cómo debe convertirse, depende de sus errores particulares. Es necesario determinar sus errores, averiguar qué entiende, y qué necesita para ser enseñado más perfectamente para en ver qué puntos el Espíritu Santo está presionando en su conciencia y presionar las mismas cosas, y así llevarlo a Cristo. Las direcciones más comunes son las siguientes:

1. Es generalmente en un punto, y una dirección segura y apropiada, decirle al pecador que se arrepienta porque a veces el Espíritu de Dios no parece tanto dirigir la atención del pecador a sus propios pecados como para otra cosa. En los días de los apóstoles, las mentes de la gente parecían haber sido agitadas principalmente en el asunto si Jesús era el verdadero Mesías. Y entonces los apóstoles dirigieron mucho de sus instrucciones hacia ese punto para probar que él era el Cristo. Y cuando pecadores ansiosos les preguntaban qué debían hacer, ellos normalmente exhortaban: "cree en el Señor Jesucristo". Llegaban a ese punto porque aquí era donde el Espíritu de Dios estaba contendiendo con ellos, eso probablemente sería lo primero que una persona haría para rendirse a Dios. Era el gran punto en el asunto entre Dios, los judíos y gentiles de esos días, si Jesucristo era el hijo de Dios. Era un punto en disputa. Llevar al pecador a ceder en ese asunto controversial era la manera más eficaz de que se humillara.

En otras instancias, se verá que el Espíritu Santo está tratando con pecadores principalmente en referencia a sus propios pecados. A veces trata con ellos referente a un deber en particular, como oración, quizá oración familiar. Se encontrará al pecador contendiendo en ese punto con Dios, si es correcto que él ore, o si debe orar con su familia. He sabido de casos sorprendentes de ese tipo, donde el individuo estaba luchando en ese punto, y tan pronto se arrodilló para orar, rindió su corazón, mostrando que era ese punto en el que Dios estaba contendiendo y que se giró todo el quicio de su controversia con Dios. Eso fue conversión.

La dirección para arrepentirse es siempre apropiada pero no siempre será eficaz, porque puede haber alguna otra cosa que también se necesite decirle al pecador. Y donde está la dirección pertinente, los pecadores no sólo necesitan que se les diga que se arrepientan, sino que se les explique lo que es el arrepentimiento. Ya que ha habido mucho misticismo, y filosofía falsa y teología falsa alrededor de tema, se ha vuelto necesario decirles a los pecadores no sólo lo que entendemos por arrepentimiento, sino también lo que no es. Las palabras que eran sencillas y fáciles de entender ahora se han vuelto tan pervertidas que se necesita explicar a los pecadores, o con frecuencia tendrán una impresión incorrecta en sus mentes. Éste es el caso de la palabra arrepentimiento. Muchos suponen que arrepentimiento es remordimiento, o sentido de culpa. Entonces, el infierno está lleno de arrepentimiento, pues está lleno de remordimiento, eterno e inexpresable. Otros se lamentan que han hecho tal cosa, y le llaman ellos arrepentimiento de eso, pero sólo se lamentan que han pecado por las consecuencias, y no porque aborrecen el pecado. Eso no es arrepentimiento. Otros suponen que las convicciones de pecado y temores fuertes al infierno son arrepentimiento. Otros consideran arrepentimiento las reconvenciones de la conciencia; dicen: "nunca he hecho nada malo pero de eso me arrepiento; siempre lamento que lo hiciera". Otros consideran el arrepentimiento como un sentimiento de tristeza por el pecado, pero el arrepentimiento no es un sentimiento involuntario de ningún tipo o grado. A los pecadores se les debe mostrar que todas estas cosas no son arrepentimiento. No sólo son consistentes con la más grande perversidad, sino que el diablo puede tenerlas todas, sin duda las tiene, y sin embargo permanece siendo diablo. El arrepentimiento es un cambio de parecer en cuanto a Dios y hacia el pecado en sí. No sólo es un cambio de posturas, sino un cambio de preferencia suprema o elección del alma. Es un cambio voluntario, y por consecuencia involucra un cambio de sentimiento y una acción hacia Dios y hacia el pecado. Es lo que se entiende naturalmente por un cambio de parecer en cualquier tema de interés e importancia. Oímos que tal persona cambió de parecer sobre la abolición de la esclavitud, por ejemplo, o que cambió su postura en política. Todo el mundo entiende que ha pasado por un cambio en sus posturas, sus sentimientos y su conducta. Esto es arrepentimiento en ese asunto, un cambio de parecer, pero no hacia Dios. El arrepentimiento evangélico es un cambio de disposición, de sentimiento y de vida, con respecto a Dios.

El arrepentimiento siempre implica aborrecimiento al pecado. Es querer y sentir como Dios lo hace con respecto al pecado. Desde luego que involucra el amor de Dios y un aborrecimiento al pecado. Siempre implica dejar el pecado. A los pecadores se les tiene que hacer que entiendan eso. El pecador que se arrepiente no se siente como los pecadores impenitentes que creen que deben sentir al dejar sus pecados si deben volverse religiosos. Los pecadores impenitentes ven al pecado así como, si se volvieran piadosos, estando obligados a alejarse de los bailes y fiestas, y obligados a dejar los teatros, los juegos de azahar, u otras cosas en las que se deleitan. Y no se ven cómo pudieran seguir deleitándose si rompen con esas cosas, pero eso es estar muy lejos de tener una postura correcta del asunto. La religión no los hace infelices por alejarse de cosas en las que se deleitan porque el primer paso es arrepentirse, cambiar de parecer referente a esas cosas. No parecen darse cuenta que la persona arrepentida no tiene disposición para esas cosas, las ha dejado, y ha alejado su mente de ellas. Los pecadores sienten como si debieran querer ir a esos lugares, y quieren relacionarse en tales escenarios, así como lo hacen ahora, y eso sería un sacrificio continuo como para hacerlos infelices. Esto es un gran error.

Sé que hay algunos profesantes que estarían contentos de retomar sus prácticas pasadas si no se sintieran restringidos por temor a perder su carácter, o similares. Ahora, escúchenme, si se sienten así, es porque no tienen religión, no odian el pecado. Si desean sus caminos pasados, no tienen religión, nunca se han arrepentido, porque el arrepentimiento siempre consiste en un cambio de elección de postura y sentimientos. Si realmente fueran convertidos, en vez de escoger tales cosas, se alejarían de ellas con aversión. En vez de ansiar las ollas de carne de Egipto, y desear ir a sus círculos pasados, fiestas, bailes y demás, encuentran su placer más alto en obedecer a Dios.

2. A los pecadores se les debe decir que crean el evangelio. Aquí, también, necesitan que se les explique, y que se les diga lo que no es fe y lo que es. Nada es más común para un pecador, cuando se le dice creer el evangelio, que diga "lo creo". Ha sido llevado a admitir el hecho que el evangelio es cierto, pero no lo cree, no sabe nada sobre la evidencia del evangelio, y toda su fe es una mera aceptación sin evidencia. Lo tiene como cierto, en un sentido suelto e indefinido, para que siempre esté listo para decir "creo en la Biblia". Es extraño que no vean que son engañados al pensar que creen porque deben ver que nunca han actuado sobre esas verdades, como hacen sobre esas cosas que creen. Sin embargo, es a menudo muy difícil convencerlos que no creen.

Pero el hecho es que el pecador negligente no cree para nada en el evangelio. La idea que el pecador negligente sea un creyente intelectual es absurda. El diablo es un creyente intelectual y eso es lo que lo hace que tiemble. Lo que hace ansioso a un pecador es que empieza a ser un creyente intelectual, y eso lo hace sentir. Ningún ser en el cielo, tierra o infierno, puede intelectualmente creer las verdades del evangelio y sentir sobre el tema. El pecador ansioso tiene fe del mismo tipo que los diablos, pero no tiene tanta de ella, y por tanto, no siente tanto. El hombre que no siente o actúa para nada sobre el tema de religión es un infiel, cual sea su ocupación. No siente nada, no hace nada, y no cree nada. Esto es un hecho filosófico.

La fe no consiste en una convicción intelectual que Cristo murió por ustedes en particular, ni una creencia que son cristianos, o que lo serán, o que sus pecados son perdonados, sino la fe es esa confianza o confidencia en Dios, y en Cristo, que entrega toda el alma a él en todas sus relaciones con nosotros. Es una confianza voluntaria en su persona, su veracidad, su palabra. Ésta fue la fe de Abraham. Tenía esa confianza en lo que Dios dijo que lo llevó a actuar como si fuera cierto. Ésta es la forma que el apóstol la ilustra en el capítulo décimo primero de Hebreos: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Y continúa con varios ejemplos. "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios". Esto es, creemos eso, y actuamos como corresponde. Tómese el caso de Noé. Noé fue advertido por Dios de las cosas aún no vistas; es decir, se le aseguró que Dios iba a ahogar al mundo, y lo creyó, y actuó como correspondía; preparó un arca para salvar a su familia, y al hacerlo, condenó al mundo que no creyó; sus acciones dieron evidencia que era sincero. Abraham también fue llamado por Dios para dejar su país con la promesa de que iba a recibir por ella, y obedeció y salió, sin saber adónde iría. Lean todo el capítulo, y encontrarán muchos ejemplos del mismo tipo. Todo el diseño del capítulo es para ilustrar la naturaleza de la fe y demostrar que invariablemente resulta en acción. Al pecador se le debe explicar y que vea que la fe, la cual el evangelio requiere, es sólo esa confianza en Cristo que lo lleva a actuar sobre lo que dice como un hecho innegable. Esto es creer en Cristo.

3. Otra dirección apropiada para el pecador es que debe dar su corazón a Dios. Dios dice: "dame, hijo mío, tu corazón", pero aquí necesita haber una explicación para hacerle entender lo que es. Es sorprendente que haya oscuridad aquí. Es el lenguaje de la vida común, en boca de todos, y todos entienden lo que significa, cuando lo usamos referente a cualquier cosa, pero cuando se trata de religión, parece que se está en tinieblas. Pregúntenle a un pecador, sin importar su edad, o educación, qué significa dar el corazón a Dios, y tan extraño como parezca, se pierde para dar respuesta. Pregúntenle a una mujer lo que es dar su corazón a su esposo, o a un hombre lo que es dar su corazón a su esposa, y lo entienden, pero están totalmente ciegos para dar sus corazones a Dios. Supongo que he hecho a más de un mil pecadores ansiosos esa pregunta. Cuando les digo que tienen que dar sus corazones a Dios, siempre dicen que están dispuestos a hacerlo, y a veces están ansiosos por hacerlo, e incluso pareciera que están en agonía de deseo al respecto. Entonces les he preguntado qué entendieron sobre dar sus corazones a Dios, como si estuvieran dispuestos a hacerlo. Y pocas veces he recibido una respuesta correcta o racional del pecador de cualquier edad. A veces he tenido respuestas raras de las que se pueden imaginar, cualquier cosa excepto lo que deben decir. Ahora, dar su corazón a Dios es lo mismo que dar su corazón a cualquiera; lo mismo que una mujer da su corazón a su esposo. Pregúntenle a una mujer si entiende eso. "Ah sí, es bastante sencillo. Es poner mis afectos en él y esforzarme por complacerlo en todo". Muy bien, pon tu afecto y esfuérzate por complacerlo en todo, pero, ay, cuando llegan al tema de religión, la gente supone que es un misterio maravilloso al respecto. Algunos hablan como si supusieran que era sacar un bulto de músculos, o un órgano carnoso, en su regazo, y dárselo a Dios. Pecador, lo que Dios te pide, eso hay que dárselo supremamente.

4. Rendirse a Dios es también una dirección apropiada para pecadores ansiosos. Y también cómo están aquí en tinieblas. Rara vez se encuentra a un pecador que no nos diga que está dispuesto a rendirse a Dios, pero no lo entienden. Necesitan que se les diga lo que es la verdadera rendición. A veces piensan que significa que deben estar dispuestos a ser condenados. A veces se ponen en esa actitud, y le llaman rendición; dicen, si son elegidos, serán salvos, y si no, serán condenados. Eso no es rendición. La verdadera rendición es sometimiento a la obediencia Dios. Supongan a un rebelde levantado en armas contra el gobierno y llamado a rendirse. ¿Qué entiende por eso? Pues que debe someterse y entregar sus armas y obedecer las leyes. Eso es lo que significa para que un pecador se rinda a Dios. Tiene que dejar su lucha y conflicto contra su Hacedor y tomar una actitud de un hijo dispuesto y obediente, dispuesto a estar y hacer lo que Dios requiere. "Heme aquí, Señor. Señor, ¿qué quieres que yo haga?

Supongamos que una compañía de soldados se hubiera rebelado, y el gobierno tuviera un ejército para someterlos, y los replegara a un fuerte, donde las provisiones se acabaran y no hubiera modo de escape, y no supieran qué hacer. Supongan que los rebeldes se reúnen en esa situación y consideran qué se va a hacer, y uno se levanta y dice: "Pues bien, camaradas, estoy convencido que desde el principio estamos mal, y ahora la recompensa de nuestras obras nos ha alcanzado, y no podemos escapar, y no estoy resuelto quedarme a morir. Me voy a poner en la misericordia del comandante a cargo". Ese hombre se rinde. Cesa desde ese momento de ser un rebelde en su corazón tan pronto y llegó a esa conclusión. Lo mismo es con el pecador cuando se rinde en ese momento, y consiente en su corazón hacerlo, y ser lo que Dios le requiera. El pecador puede estar en duda qué hacer, y muchos sienten miedo de ponerse en las manos de Dios, pensando que si lo hacen, quizá Dios lo envíe al infierno, como se merece, pero es su asunto de dejar eso a Dios, y no resistir más a su Creador, sino rendirse a Dios, no hacer condición, y confiarse enteramente a la benevolencia de Dios y sabiduría para decidir lo que deba hacerse, y establecer su condición futura. Hasta que hagas eso, pecador, no has hecho nada para ese propósito.

5. Otra dirección apropiada para dar a los pecadores es confesar y abandonar sus pecados. Esto significa que deben confesarlos y abandonarlos. Deben confesarle a Dios sus pecados contra él, y confesar a los hombres sus pecados contra ellos, y abandonarlos todos. Un hombre no deja sus pecados hasta que haya hecho toda la reparación a su alcance. Si ha robado dinero, o estafado a su vecino con una propiedad, no abandona sus pecados por meramente resolver ya no robar más o hacer trampa de nuevo, tiene que hacer reparación al alcance de él. Así que si ha difamado a alguien, no deja su pecado meramente por decir que no lo volverá a hacer. Tiene que hacer reparación. Así, del mismo modo, si ha robado a Dios, como todos los pecadores han hecho, tiene que hacer reparación, en tanto tenga el poder. Supongan que un hombre ha hecho dinero en rebelión contra Dios, y ha retenido de él su tiempo, talentos y servicio, ha vivido y despilfarrado la abundancia de su providencia, y ha rehusado dar para la salvación del mundo, ha robado a Dios. Ahora si ha de morir sintiendo que el dinero era suyo, y lo ha dejado a sus herederos sin consultar la voluntad de Dios--pues es tan seguro que se irá al infierno como un asaltante de caminos. Nunca ha hecho ninguna satisfacción a Dios. Con toda su queja y habla piadosa, nunca confesó SU PECADO, ni abandonó su pecado, pues nunca sintió reconocer él mismo ser mayordomo de Dios. Si rehúsa retener su propiedad para sí, como mayordomo de Dios, si la toma como suya, y como tal se la da a sus hijos, le dice, en efecto, a Dios "esa propiedad no es tuya, es mía, y se la daré a mis hijos". Ha continuado en preservar su pecado, pues no ha desistido de la propiedad de que le ha robado a Dios.

¿Qué pensaría un comerciante si su empleado tomara todo el capital y pusiera su propio comercio y se muriera con eso en sus manos? ¿Se iría un hombre así al cielo? "No", dirían cada uno de ustedes. "Si un hombre así no se va al infierno, quizá entonces no haya infierno". Dios se probaría él mismo como infinitamente injusto por dejar a tal persona irse sin castigo. ¿Qué, entonces, diremos del hombre que ha robado a Dios toda su vida? Aquí Dios lo coloca como su empleado para administrar parte de sus asuntos, y se ha ido y robado todo el dinero, y dice que es suyo, y se lo guarda, y muere, y se lo deja a sus hijos, como si fuera su propiedad legal. ¿Acaso se va ir al cielo? ¿Ha abandonado su pecado? Les digo que no. Si no se ha rendido él mismo y todo a Dios, no ha dado el primer paso en el camino al cielo.

6. Otra dirección apropiada para dársela a los pecadores es "escogeos hoy a quién sirváis". Bajo la dispensación del Antiguo Testamento, esto, o algo equivalente a eso, era la dirección común dada. No era común llamar a los hombres a creer en Cristo hasta el día de Juan el Bautista. Bautizó a quienes vinieron a él, con el bautismo de arrepentimiento, y los dirigía a creer en el Mesías distante; era "escogeos hoy a quién sirváis". En otra ocasión, Moisés les dijo: "A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia". La dirección fue acomodada al conocimiento de la gente. Es buena ahora, como era entonces. A los pecadores se les llama a escoger--¿qué? Si servirán a Dios o al mundo--si seguirán la santidad o el pecado. Que entiendan lo que significa escoger, y lo que se va a escoger, y entonces, si se hace de corazón lo correspondiente, serán salvos.

Cualquiera de estas direcciones, si se acatan, constituirá una conversión verdadera. Los ejercicios particulares pueden variar en casos diferentes. A veces el primer ejercicio en la conversión es rendirse a Dios, a veces arrepentimiento, a veces fe, a veces la elección de Dios y su servicio, en suma, cual sean los pensamientos de ellos que los ocupan en ese momento. Si sus pensamientos están dirigidos a Cristo en ese momento, el primer ejercicio será fe. Si son para pecar, el primer ejercicio será arrepentimiento. Si son para el curso futuro de vida, es escoger el servicio a Dios. Si son del gobierno divino, es rendición. Es importante averiguar dónde está el Espíritu Santo insistiendo en el pecador en ese momento, y entonces dedicarse a insistir en ese punto. Si es en cuanto a Cristo, insistan en eso; si es referente al curso futuro de vida, insístanle para una elección inmediata de obediencia a Dios.

Es un gran error suponer que cualquier ejercicio particular es siempre el más importante en la conversión, o que cada pecador tiene que tener fe, o primero rendición. No es cierto, sea en filosofía o de hecho. Hay una gran variedad en los ejercicios de la gente. Cualquier punto que se tome, entre Dios y el pecador, cuando el pecador se somete, se convierte. Cual sea el ejercicio particular, si incluye obediencia de corazón a Dios en cualquier punto, es conversión verdadera. Cuando se somete en un punto a la autoridad de Dios, está listo para rendirse a todos. Cuando cambia de parecer, y obedece una cosa, porque es la voluntad de Dios, obedecerá las otras cosas, siempre que lo vea él que es la voluntad de Dios. Cuando hay una elección correcta, entonces donde sea que la mente lo dirija a cualquier punto de deber, está listo para seguir. No importa cuál de esas direcciones es dada, si sólo se hace claramente, y si es el punto para servir como una prueba de obediencia Dios. Si es el punto con el que el Espíritu de Dios está debatiendo en la mente del pecador para estar de acuerdo con la obra del Espíritu, y no desvía la atención del pecador del punto en controversia, que le sea perfectamente claro, y entonces se insistirá hasta que el pecador se rinda y sea salvo.

III. Voy a mencionar varios errores en los que los pecadores ansiosos pueden caer respecto a esta gran pregunta.

1. El primer error es suponer que tienen que hacerse ellos mismos mejores, o prepararse ellos mismos para que de alguna manera se recomienden ellos mismos a la misericordia de Dios. Es de maravillarse que los pecadores no entiendan que todo lo que tienen que hacer es aceptar la salvación de Dios, todo preparado en sus manos. Pero todos, instruidos o no, primero se dirigen a un curso legal de alivio. Ésta es una razón principal por la que no se vuelven cristianos de inmediato, tan pronto empiezan a prestar atención en el tema. Se imaginan que tienen que prepararse, de una manera u otra. Tienen cambiar su vestimenta, verse un poco mejor, y no están dispuestos a llegar como están, en sus harapos y pobreza. Tienen que tener algo más puesto antes de que se acerquen a Dios. Se les debe mostrar, de inmediato, que es imposible que sean mejores hasta que hagan lo que Dios pide. Cada pulso que late, cada respiro que toman, van empeorando, porque están en rebelión contra Dios en tanto no hagan aquello que Dios les pide como lo primero que hacer.

2. Otro error es suponer que tienen que sufrir un tiempo considerable bajo convicción, como un tipo de castigo, antes de que estén propiamente listos para ir a Cristo. Y entonces oran por convicción y creen que si están en el suelo en desesperación por un tiempo suficiente, entonces tendrán lástima de Dios y estará más listo para ayudarlos cuando los vea tan miserables. Se les debe hacer entender claramente que son así de infelices y miserables meramente porque rehúsan aceptar el alivio que Dios ofrece. Tomen el caso del hijo necio cuando su padre se pone firme frente a él con la vara; el niño se estremece y grita. ¿Acaso se imagina el niño que ganará algo por su agonía? Su angustia surge de su convicción y ¿pedirá por más? ¿Acaso lo hace a él mejor? ¿Le tendrá más lástima su padre porque se mantiene firme? ¿Quién no ve que todo ese tiempo está empeorando?

3. A veces los pecadores se imaginan que tienen que esperar sentimientos distintos antes de entregarse a Dios. Dicen: "No creo sentirme bien aún para aceptar a Cristo. No creo que estoy preparado para convertirme todavía". Se les debe hacer ver que lo que Dios les requiere es querer correctamente. Si obedecen y se entregan con la voluntad, los sentimientos se ajustarán a su debido tiempo. No es asunto de sentir, sino de querer y actuar.

Los sentimientos son involuntarios y no tienen carácter moral excepto los que derivan de la acción de la voluntad, con la que la acción simpatiza. Antes que la voluntad sea la correcta, los sentimientos no lo serán, desde luego. El pecador debe ir a Cristo al aceptarlo de inmediato, y eso debe hacer, no en obediencia a sus sentimientos, sino a su conciencia. Obedecer, entregarse, confiar. Rendir todo instantáneamente y los sentimientos vendrán bien. No esperen sentimientos mejores, sino entreguen todo su ser a Dios de una vez, y eso resultará pronto en los sentimientos por los que están esperando. Lo que Dios les pide es el acto presente de su mente de volverse del pecado hacia santidad y del servicio de Satanás al Dios viviente.

4. Otro error de los pecadores es suponer que tienen que esperar hasta que sus corazones sean cambiados. "¿Qué?" Ellos dicen: "¿Voy a creer en Cristo antes que mi corazón sea cambiado? ¿Acaso quieres decir que voy a arrepentirme antes que mi corazón cambie? Ahora, la respuesta simple para todo esto es que el cambio de corazón es el asunto en cuestión. Dios requiere a los pecadores que lo amen. Eso es cambiar su corazón. Dios requiere al pecador que crea el evangelio. Eso es cambiar de corazón. Dios le requiere que se arrepienta. Eso es cambiar de corazón. Dios no le dice que espere a que su corazón cambie, y luego que se arrepienta, crea y ame a Dios. La palabra misma, arrepentir, significa un cambio de parecer o de corazón. Hacer cualquiera de estas cosas es cambiar de corazón y hacerse un corazón nuevo es lo que Dios requiere.

5. Los pecadores a menudo tienen la idea que están perfectamente dispuestos a hacer lo que Dios requiere. Díganles que lo hagan, o que se arrepientan, crean, o den a Dios sus corazones y dirán ellos: "Ah, sí, estoy perfectamente dispuesto a hacer eso, ojalá pudiera. Daría lo que fuera si pudiera hacerlo". Deben entender que el estar verdaderamente dispuesto es hacerlo, pero hay una diferencia entre estar dispuesto y desear. La gente con frecuencia desea ser cristiana, cuando no está enteramente dispuesta. Cuando ven cualquier cosa que para nosotros parece buena, estamos constituidos para desearla. Necesariamente la deseamos cuando está ante nuestras mentes. No podemos evitar desearla en proporción a su bondad presentada a nuestra mente, pero puede que no estemos dispuestos a tenerla según las circunstancias. Puede ser que preferimos, generalmente, que el poseedor presente deba aún continuar poseyéndola, o que elegimos a nuestro amigo o hijo que la posea, en vez de nosotros. Un hombre puede desear ir a Filadelfia por muchas razones, mientras por otras de más peso, elige no ir. Del mismo modo el pecador puede desear ser cristiano. Puede ver muchas cosas buenas en ser cristiano. Puede ver que si fuera cristiano sería mucho más feliz, y que iría al cielo cuando muriera, pero no está dispuesto a serlo. ESTAR DISPUESTO a obedecer a Cristo es ser cristiano. Cuando un individuo de hecho elige obedecer a Dios, es cristiano, pero todos esos deseos que no terminan en una elección no son nada.

6. El pecador a veces dirá que ofrece dar a Dios su corazón, pero da a entender que Dios no está dispuesto, pero eso es absurdo. ¿Qué pide Dios? Pues, que lo amemos. Ahora, el que ustedes digan que están dispuestos a dar su corazón a Dios, pero que Dios no está dispuesto, es lo mismo que decir que no están dispuestos a amar a Dios. Es importante aclarar todos esos puntos en la mente del pecador, que pueda llegar oscuridad y algo misterioso donde la verdad no lo alcance a él.

7. Los pecadores a veces tienen la idea que ellos se arrepienten cuando son redargüidos. Cuando se encuentra a un pecador que descansa en cualquier MENTIRA, dejen que la verdad arrase sin importar cuánto duela o angustie. Si tiene un error de ese tipo, deben eliminarlo si es que no quieren que caiga hacia las profundidades del infierno.

8. Los pecadores con frecuencia se enfrascan en ellos mismos para ver si pueden encontrar algo, algún tipo de sentimiento que los recomiende con Dios. Evidentemente, por la falta de instrucción apropiada, David Brainard se enfrascó por mucho tiempo en su estado mental buscando sentimientos, y le decía a Dios en oración que sentía ahora que debía recibir su misericordia; entonces, se dio cuenta que había estado equivocado y se avergonzó por decirle a Dios que sintiera lo correcto. Entonces, el pobre, por falta de instrucción correcta, fue llevado casi a desesperación, y es fácil ver que sus ejercicios cristianos a través de la vida fueron grandemente modificados, y su consuelo y utilidad fue detenida mucho por la filosofía falsa adoptada en ese punto. Deben alejar al pecador de él mismo hacia otra cosa. Supongan que sigue ensimismado en sí mismo hasta que llega a un estado de desesperación. El curso apropiado entonces es cambiar su atención de enfrascarse en sí mismo hacia algún deber que cumpla, o hacerle que se fije en Cristo, y quizá, antes de que se dé cuenta, encontrará que se ha entregado a Dios. Su atención ha sido desviada de sí mismo para contemplar la racionalidad de los requerimientos de Dios o la suficiencia de la expiación de Cristo, o algo de ese tipo, y en tanto mora en eso, sólo dará su corazón y la agonía acabará.

 

OBSERVACIONES

1. La labor de los ministros es aumentada grandemente y las dificultades en el camino de la salvación son multiplicadas grandemente por instrucciones falsas que se han dado a los pecadores. La consecuencia ha sido que las direcciones que eran sencillas ahora son oscuras. Por mucho tiempo se le ha enseñado a la gente que hay algo horriblemente misterioso e inteligible sobre la conversión que no intentan entenderla. A los pecadores se les ha enseñado estas nociones falsas hasta ahora por todos lados atrincheradas detrás de esos sentimientos, tales como "no poderse arrepentir", "esperar a Dios", y demás. Alguna vez fue suficiente, al aprender de la Biblia, decirle a los pecadores que se arrepintieran, o decirles que creyeran en el Señor Jesucristo, pero ahora se habla de la fe como un principio en vez de un acto, y arrepentimiento como algo puesto en la mente en vez de un ejercicio de la mente, y los pecadores se asombran. Se les culpa a los ministros de predicar herejía porque presumen enseñar que la fe es un ejercicio y no un principio, y que el pecado es un acto, y no una parte de la constitución del hombre. Y los pecadores se han vuelto tan sofisticados que debe uno pasar por muchos trabajos explicando no sólo lo que no quieren decir, sino lo que quieren decir, de otro modo casi seguro que los malentenderán, y ya sea que obtengan un alivio falso de su ansiedad, al echar fuera el deber en Dios, o se topen con la desesperación de la supuesta impracticabilidad de hacer lo que se requiere para su salvación. Es con frecuencia la dificultad más grande de sacarlos de sus laberintos teológicos hacia los cuales han sido engañados y llevarlos al camino recto y sencillo del evangelio. Parece como si la ingenuidad más grande hubiera sido empleada para mistificar las mentes de la gente y tejer la red más sutil de teología falsa calculada para envolver al pecador de oscuridad interminable.

¿Quién que ha estado en avivamientos no se ha encontrado con ese interminable tren de tonterías, que han sido inculcadas hasta que se ha vuelto necesario ser tan sencillo como el A, B, C, y a los más instruidos se les tiene que hablar como niños? Tanto se ha hecho para mistificar y embaucar las mentes de la gente en los asuntos más sencillos. Díganle a un pecador que crea y se volteará y los mirará: "¿Qué? ¿Cómo dices? ¿Acaso no es la fe un principio, implantada en el alma? ¿Cómo voy a creer hasta que entienda ese principio? Así, el ministro le dice al pecador las palabras que los apóstoles usaron en el gran avivamiento en el día de pentecostés: arrepentíos y convertíos", y ellos contestarán como se les ha enseñado: "Ah, me imagino que eres arminiano. No quiero nada de enseñanza arminiania; ¿acaso no niegan las influencias del Espíritu?" No basta con hacer a la humanidad llorar para ver la niebla y las tinieblas que han caído sobre las direcciones sencillas del evangelio hasta que muchas generaciones hayan sido arrojadas al infierno.

2. Estas instrucciones falsas para pecadores son infinitamente peores que nada. El Señor Jesucristo encontró que era más difícil hacer que la gente cediera sus nociones falsas de teología que cualquier otra cosa. Esto ha sido la gran dificultad con los judíos de hoy en día, que han recibido nociones falsas en teología, han pervertido la verdad en ciertos puntos, y uno no puede hacerles entender los puntos más sencillos en el evangelio. Lo mismo con pecadores. Lo más difícil de hacer es quitar esos refugios de mentira, que se han obtenido de la teología falsa. Son tan afectos por estar en esos refugios porque son llamados ortodoxos, y porque excusan al pecador y condenan a Dios, que es la parte más sorprendente, difícil, desalentadora de la labor de un ministro para sacarlos de ahí.

3. Con razón el evangelio ha tenido muy poco efecto; ha sido estorbado con esos dogmas extraños. La verdad es que muy poco del evangelio ha salido al mundo estos cientos de años sin ser obstruido y oscurecido por teología falsa. Se le ha dicho a la gente que tienen que arrepentirse, y se les ha dicho que no se pueden arrepentir hasta que la verdad misma ha sido mezclada con error, y el evangelio que se predica ha sido otro o ninguno.

4. Uno puede entender lo que es sanar ligeramente la herida de la hija del pueblo de Dios, y el peligro de hacerlo. Es muy fácil cuando los pecadores bajo convicción que les digan algo que suavice el caso, y alivie su ansiedad, para que ellos tengan una esperanza falsa o se conviertan con posturas tan oscuras que serán siempre cristianos pobres, débiles, incrédulos e ineficientes.

5. Mucho depende de la manera con la que se trata a una persona cuando está bajo convicción. Mucho de su comodidad y utilidad futuras depende en la limpieza, fortaleza y firmeza con la que las direcciones del evangelio son dadas, cuando se está bajo convicción. Si aquellos que tratan con la persona tienen miedo de usar la sonda exhaustivamente, siempre será un cristiano pobre, enfermizo e incrédulo. Si se convierte, nunca hará mucho bien. El modo verdadero es lidiar clara y exhaustivamente con el pecador, quitar toda excusa que saque, y mostrarle claramente lo que es y lo que debe ser, y bendecirá a Dios toda la eternidad, que se ha encontrado con aquellos que serán muy fieles a su alma. Por la falta de esta administración exhaustiva y escrutadora, muchos convertidos parecen que nacieron muertos. La razón es que nunca fueron tratados fielmente. Podemos esperar caritativamente que sean cristianos, pero es dudoso e incierto. Su conversión parece más bien un cambio de opinión en lugar de un cambio de corazón, pero cuando un pecador está bajo convicción, le derraman la fe, lo sondean, rompen los viejos fundamentos, deshacen los refugios de mentiras y usan la palabra de Dios, como fuego y martillo, encontrarán que serán cristianos con posturas claras, fe fuerte y principios firmes, sin duda, vacilación e indecisión; tales siguen al Señor enteramente. Ésa es la forma de hacer cristianos fuertes. Esto ha sido eminentemente el caso de muchos avivamientos en días modernos. He oído a cristianos de tiempo que dicen de los convertidos: "estos convertidos nacieron hombres y mujeres maduros; nunca fueron niños; han tenido desde el comienzo toda claridad de posturas y fortaleza de la fe, de cristianos de tiempo. Parecen entender las doctrinas de la religión y saber qué hacer y cómo aferrarse, promover avivamientos, mejor que de los cientos de los miembros antiguos de la iglesia".

Conocí a un joven que se convirtió lejos de casa. El lugar donde vivía no tenía ministro y no había predicación y ni religión. Se fue a casa tres días luego de convertirse, e inmediatamente se dispuso a trabajar poe un avivamiento. Organizó reuniones donde vivía, oró y trabajó, y hubo avivamiento, del cual tuvo la administración principal a través de una obra poderosa, que convirtió a los hombres más importantes del lugar. La verdad fue que él fue tratado de tal modo que supo qué hacer. Entendió el asunto, supo dónde estaba parado. Nunca estuvo atribulado con dudas, si era cristiano. Supo que estaba sirviendo a Dios y que Dios estaba con él, y con resolución y valentía fue hacia adelante por su objetivo. Pero si se proponen a hacer convertidos, sin quitar todos sus errores, y deshacer las falsas esperanzas, harán una hueste de hipócritas o de cristianos enanos y enclenques, siempre dudando y fácilmente volviéndose de un espíritu de avivamiento, y sin valer nada. El camino es llevarlos a luz. Cuando un hombre se convierte de esa forma, pueden depender de él, y saben dónde encontrarlo.

7. Temporadas prolongadas de convicción se deben generalmente a instrucción defectuosa. Cuando instrucciones claras y fieles se dan a los pecadores, generalmente encontrarán que las convicciones son hondas y ásperas pero cortas.

8. Donde se dan instrucciones claras y distintivas, a los pecadores redargüidos, si no se rinden pronto, sus convicciones generalmente los dejarán. Las convicciones en tales casos son generalmente cortas. Donde los pecadores son engañados con posturas falsas, pueden permanecer semanas, y quizá meses, y a veces años, en un estado lánguido, y por fin, quizá, se amontonen para entrar al reino y ser salvos, pero donde la verdad es hecha perfectamente clara a la mente del pecador, y todos sus errores son deshechos, si no se rinde pronto, su caso es sin remedio. Donde la verdad es llevada a la mente del individuo, y directamente resiste la verdad de que tiene que convertirse, no hay nada más por hacer. El Espíritu pronto lo dejará porque las armas que usa se resisten. Cuando las instrucciones no son claras, y son mezcladas de error, el Espíritu puede esforzarse incluso por años para que los pecadores salgan de la niebla de instrucción falsa. Pero no es así, cuando su deber es claramente explicado a ellos, y ellos son llevados al punto de rendición inmediata, y se les exponen las pretenciones falsas, y el camino del deber se ha dado claramente, entonces si no se rinden, el Espíritu de Dios los abandonará y su estado es irremediable.

Si hay pecadores en esta casa, y ven claramente su deber, TENGAN CUIDADO cómo se demoran. Si no se rinden, pueden esperar que el Espíritu de Dios los abandone y se PERDERÁN.

9. Mucho de la dirección dada a los pecadores ansiosos equivale a la doctrina papista de indulgencias. El Papa vendía indulgencias para pecar, y esto llevó a la reforma de Lutero. A veces la gente compraba una indulgencia para pecar por cierto tiempo, o cometer un pecado en particular, o un número de pecados. Ahora, hay bastante en las iglesias protestantes, que es más menos lo mismo. ¿Cuál es la diferencia de esto al decirle al pecador que espere? Cualquier dirección dada a los pecadores, que no requieren obedecer a Dios inmediatamente, es una indulgencia para pecar. Es en efecto darles la libertad de continuar en pecado contra Dios. Tales direcciones no sólo son perversas, sino ruines y crueles. Si no destruyen el alma, como sin duda seguido hacen, aplazan, en todo momento, el gozo del pecador por Dios y Cristo, y hay una gran oportunidad de perderse para siempre, mientras escucha tales instrucciones. Oh, cuán peligroso es dar a un pecador razón para creer que puede esperar un momento antes de dar su corazón a Dios.

10. Hasta ahora he tenido la oportunidad de observar que aquellas conversiones muy repentinas comunmente resultan en los mejores cristianos. Sé que lo contrario de esto ha sido sostenido y mantenido, pero estoy satisfecho que no hay razón para ello, aunque multitudes, incluso ahora, lo consideran como una circunstancia sospechosa, si un hombre se ha convertido muy repentinamente, pero la Biblia no justifica esa suposición. No hay un caso de convicción prolongada registrada en toda la Biblia. Todas las conversiones registradas ahí son conversiones repentinas. Y estoy convencido que no ha habido tales multitudes de convicciones tediosas, que con frecuencia terminan en absolutamente nada, si no hubiera sido por por esas perversiones teológicas que han llenado al mundo con el no se puede. En los días de la Biblia, se les decía a los pecadores que se arrepintieran, y lo hacían. El no se puede no era mencionado en esos días. Es esta especulación sobre la incapacidad de los pecadores de obedecer a Dios que pone el cimiento de toda angustia y aflicción prolongadas, y quizá ruina, a través de la cual muchos son llevados. Donde un pecador es llevado a ver lo que tiene que hacer, y decide de inmediato, Y LO HACE, generalmente lo hace así después, ustedes generalmente verán que esa persona se sostendrá, y probará un carácter decidido. No lo verán como uno de esos que siempre se trastornan por el deber, como un barco contra el viento y las olas. Vean a esos profesantes que siempre tienen que ser arrastrados hacia el deber, y generalmente encontrarán que no tuvieron direcciones claras y consistentes cuando fueron convertidos, y muy seguro tendrán mucho miedo de "esas conversions repentinas".

¡Miedo a conversiones repentinas! Algunos de los mejores cristianos que sé fueron redargüidos y convertidos en cuestión de minutos. En un cuarto del tiempo que hube estado hablando, muchos de ellos fueron despertados, y se pasaron del lado del Señor, y han sido luces brillantes en la iglesia desde entonces, y han manisfestado generalmente la misma decision de carácter en la religion, que tuvieron cuando por primera vez salieron y decidieron estar del lado del Señor.

 

 

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